lunes, 18 de septiembre de 2023

Tres semanas en Zürich 3 - Basilea 1

Me voy a saltar el orden cronológico, que a vosotros lo mismo os da. Casi al final de las tres semanas en Zürich fuimos un día a Basilea. Estuvimos en el Museo de Arte por la mañana y nos fuimos a comer a la orilla del Rhin, que ya es allí un señor río. Lo habíamos visto en Liechtenstein (sí, un país-pueblo, ya lo contaré) y allí era tirando a pequeño. 

Por nuestra ribera veíamos pasar grandes gabarras con gas o contenedores: hacían más majestuoso al río. Cruzaba cada poco, a la altura de la Catedral (ahora protestante) un transbordador sujeto a un cable que iba de una orilla a otra. Por Por la otra orilla, marcado por boyas, había un espacio por el que bajaban bañistas que llevaban la ropa sujeta a una cuerda, colgando de una bolsa flotante, y se deslizaban con la corriente. Lo mismo lo habíamos visto en Zürich y Lucerna: en vez de nadar, dejarse llevar por una corriente fuerte. Daba envidia. Era un día de muchísimo calor.

Quizá deberíamos habernos quedado a vaguear después de la comida, pero hicimos el recorrido turístico. Eran las tres de la tarde y yo me puse de un humor pésimo: el calor es mi criptonita. Entramos en la Catedral, que no se sabía qué tenía de antigua y qué de restaurada entre el XIX y el XX. Había lápidas. Me fijé en una donde se conmemoraba a Jacob Meyer, EcolampadioSimón Grineo, del que alaban su dominio de las lenguas clásicas. Parece que tuvo relación con Erasmo y santo Tomás Moro. Ay, qué pena que cayeran del lado del protestantismo:


Casi lo más agradable fue meternos, cuando pedí un armisticio, a tomarnos un café helado. Acabamos el día en una iglesia católica, donde nos quedamos haciendo un rato de oración. Allí había este estandarte de la Inmaculada:

Nos volvimos y tuvimos suerte, porque el aire cargado de todos esos días acabó en tormenta tremenda de granizo, que vimos desde el coche volviendo a Zürich.

1 comentario:

  1. Gracias, Ángel. Estuve dos veces en esa catedral. Fría, fría. Casi piso la tumba de Erasmo. Me sorprendió encontrarlo allí enterrado. Lo entendí leyendo la biografía que escribió Zweig.

    ResponderEliminar