Estaba abierto. Entré, había perdido buena parte del encanto romántico (en el sentido más siglo XVIII de la palabra) que tenía (podéis mirar cómo lo veía yo en 2009): lo han acondicionado, aunque por otros lados no se puede pasar, porque se está cayendo. Pero algunas lápidas quedan:
¡Vaya con los Ituarte, poco sobrevivieron los pobres hijos al padre...!
ResponderEliminarY ni en 2009 ni ahora; nos dejas sin saber qué pone la lápida del "proveedor pontificio"...