Estos días en Burgos hizo un tiempo que nos resarció de los últimos meses de lluvias.
Un día nos fuimos a dar una vuelta hasta Roa, que yo no conocía.
Estaba el campo que no podía estar más bonito: con el verde crecido mínimamente, con trozos de barbecho, con encinas desperdigadas en la primera parte del viaje, entre Burgos y Lerma. Y luego, al desviarnos hacia Roa, por Cabañes de Esgueva, cada vez más viñas en laderas suaves.
Llegamos a Sotillo de la Ribera, con la misa a punto de comenzar, así que seguimos un poco y en La Aguilera, al lado, volvimos a intentar visitar el convento donde está la tumba de san Pedro Regalado. Y llegamos tarde, pero la monja de Jesu Communio que luego nos vendió trufas y rodajas de naranja con chocolate nos lo abrió. Es un convento del XVIII, aunque conserva la tumba de alabastro del XV que la Reina Católica le sufragó. He buscado y he encontrado un relato sobre esa visita de la reina Isabel, jugosísimo, donde cuenta que se lo encontró enterrado con los demás frailes, en el suelo. Lo sacaron y estaba incorrupto; tanto que la Reina quiso llevarse como reliquia una mano y al cortarla empezó a echar sangre. Bien.
Allí hay ahora una capilla de reliquias a la entrada y luego la octogonal con una nave que la alarga, en torno a la tumba del santo, reconstruida a partir de la original:
Está muy logrado el efecto del santo volando:
Esta es la tumba (el texto lo tenéis en el enlace anterior):
Estas son las sandalias del santo. Detrás, un pañuelo de Isabel la Católica:
Un día nos fuimos a dar una vuelta hasta Roa, que yo no conocía.
Estaba el campo que no podía estar más bonito: con el verde crecido mínimamente, con trozos de barbecho, con encinas desperdigadas en la primera parte del viaje, entre Burgos y Lerma. Y luego, al desviarnos hacia Roa, por Cabañes de Esgueva, cada vez más viñas en laderas suaves.
Llegamos a Sotillo de la Ribera, con la misa a punto de comenzar, así que seguimos un poco y en La Aguilera, al lado, volvimos a intentar visitar el convento donde está la tumba de san Pedro Regalado. Y llegamos tarde, pero la monja de Jesu Communio que luego nos vendió trufas y rodajas de naranja con chocolate nos lo abrió. Es un convento del XVIII, aunque conserva la tumba de alabastro del XV que la Reina Católica le sufragó. He buscado y he encontrado un relato sobre esa visita de la reina Isabel, jugosísimo, donde cuenta que se lo encontró enterrado con los demás frailes, en el suelo. Lo sacaron y estaba incorrupto; tanto que la Reina quiso llevarse como reliquia una mano y al cortarla empezó a echar sangre. Bien.
Allí hay ahora una capilla de reliquias a la entrada y luego la octogonal con una nave que la alarga, en torno a la tumba del santo, reconstruida a partir de la original:
Está muy logrado el efecto del santo volando:
Esta es la tumba (el texto lo tenéis en el enlace anterior):
Estas son las sandalias del santo. Detrás, un pañuelo de Isabel la Católica:
También la reina, vaya caprichos...
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