El viernes y el sábado fueron dos días para mí emocionantes: quería asegurarme de que lloviera para poder presumir de que no ha habido en noviembre ningún día sin lluvia.
Este mes en Santiago ha sido como estar en Blade Runner, pero sin publicidad de japonesas; o como vivir encerrado en una base de la Antártida, de oscuridad perpetua, a la luz de la luz artificial.
Y ayer vi los datos: 431 litros de lluvia (lo que llueve en un año en Madrid), superando en dos litros al mes entero anterior completo de lluvias, en 1997. En cambio el noviembre del 2000, el primero que pasé aquí, llovió un total de 530 litros, y además con dos días menos de lluvia.
Lo que me lleva a una efemérides próxima: pronto cumpliré 20 años en Santiago; como un abrir y cerrar de ojos me parece.
Este mes en Santiago ha sido como estar en Blade Runner, pero sin publicidad de japonesas; o como vivir encerrado en una base de la Antártida, de oscuridad perpetua, a la luz de la luz artificial.
Y ayer vi los datos: 431 litros de lluvia (lo que llueve en un año en Madrid), superando en dos litros al mes entero anterior completo de lluvias, en 1997. En cambio el noviembre del 2000, el primero que pasé aquí, llovió un total de 530 litros, y además con dos días menos de lluvia.
Lo que me lleva a una efemérides próxima: pronto cumpliré 20 años en Santiago; como un abrir y cerrar de ojos me parece.
No sé si se puede medir cuánto ha ganado Santiago con tu presencia, pero lo que sí sé es lo que hemos ganado tus lectores con tus crónicas desde Compostela; por mi parte, felicidades, y gracias.
ResponderEliminarPD. Recuerdo bien el invierno 2000/01 y lo muchísimo que llovió; básicamente porque es la única vez que en Orense he visto llegar el Miño hasta la N-120...