En el arte contemporáneo a veces te pasmas del esfuerzo que hacen algunos para acabar con resultados bien magros: un año pintando rayas y al final lo que te enseñan es un borratajo. No es el caso de los que voy a mencionar, una exposición que visité antes de Navidades en el CGAC y de la que disfruté una barbaridad: una antológica de María Bleda y José María Rosa.
Son fotógrafos. No sé si decir que hacen fotos de paisaje: las hacen y son maravillosas, sobre todo por su contención.
Yo ya había visto de ellos una serie que compró el propio CGAC sobre porterías de fútbol vacías, sin redes, en pueblos perdidos de por España, muchas veces junto a las tapias de cementerios, en blanco y negro, una maravilla de sencillez. Esta vez salí de allí como en una nube: plenitud, alegría eso es lo que sentía; no sé cómo explicarlo mejor.
Muchas veces eran grupos de dos fotos que se continuaban, como dos viñetas en marcos dobles. No sabía qué pensar de ello, pero luego me di cuenta de que en el libro de la exposición sí que quedaban muy bien. Es decir, que expuestas, esas fotos gigantescas de dos metros por uno quedaban muy bien y luego, en libro, también, una en cada página, así que es otro acierto. Lo ves en un Museo y muy bien y lo ves en un libro y también muy bien:
El intertexto del título de unaparece que no, pero lo cambia todo. Ppor ejemplo, «Austerlitz, 2 de diciembre de 1805». Es el paisaje de la batalla. A mí me gusta un montón así sin más, pero también me gusta que sea una foto en concreto de Austerlitz. Era como lo de Jorge Barbi que vi en el CGAC hace unos años, pero aquí todo era menos retórico: el título no era una moraleja, ni pretendía ponernos de una parte o de otra, era una reflexión sobre qué significa el mundo cuando el ser humano está en él.
Tenían una serie sobre Jerusalén y qué bien habían pillado las texturas de las piedras:
Esto es de Berlín:
Hay un buen vídeo de ellos con el director del CGAC y con imágenes de la exposición:
Yo ya había visto de ellos una serie que compró el propio CGAC sobre porterías de fútbol vacías, sin redes, en pueblos perdidos de por España, muchas veces junto a las tapias de cementerios, en blanco y negro, una maravilla de sencillez. Esta vez salí de allí como en una nube: plenitud, alegría eso es lo que sentía; no sé cómo explicarlo mejor.
Muchas veces eran grupos de dos fotos que se continuaban, como dos viñetas en marcos dobles. No sabía qué pensar de ello, pero luego me di cuenta de que en el libro de la exposición sí que quedaban muy bien. Es decir, que expuestas, esas fotos gigantescas de dos metros por uno quedaban muy bien y luego, en libro, también, una en cada página, así que es otro acierto. Lo ves en un Museo y muy bien y lo ves en un libro y también muy bien:
El intertexto del título de unaparece que no, pero lo cambia todo. Ppor ejemplo, «Austerlitz, 2 de diciembre de 1805». Es el paisaje de la batalla. A mí me gusta un montón así sin más, pero también me gusta que sea una foto en concreto de Austerlitz. Era como lo de Jorge Barbi que vi en el CGAC hace unos años, pero aquí todo era menos retórico: el título no era una moraleja, ni pretendía ponernos de una parte o de otra, era una reflexión sobre qué significa el mundo cuando el ser humano está en él.
Tenían una serie sobre Jerusalén y qué bien habían pillado las texturas de las piedras:
Esto es de Berlín:
Hay un buen vídeo de ellos con el director del CGAC y con imágenes de la exposición:
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar