lunes, 8 de octubre de 2018

Con Kavanaugh, por un pelo

Yo pensaba que no me quedaban resabios de pensamiento mágico, pero el triste hecho es que me he pasado estas últimas semanas no queriendo casi ni mirar las noticias sobre el juez Kavanaugh, por un ridículo e inconcreto miedo que me entró a que se torciera su nombramiento como Juez del Tribunal Supremo de los USA



Ya veis, miedo a que mis ondas negativas interfiriesen en uno de los momentos clave de la historia reciente. O quizá no era pensamiento mágico sino la experiencia repetida de ver cómo el Sistema dominante logra sus objetivos, que últimamente no suelen coincidir con los míos. Por suerte Trump (le tenía simpatía antes, ahora -también por esto- le tengo grandísima admiración: no me juzguéis) no redujo un ápice su apoyo a él (aunque aquí se pinta una imagen más compleja). 
El centro socialdemócrata que nos domina por aquí se hubiera cargado hace ya tiempo a Kavanaugh: es esa tiranía de puritanismo «de opinión pública» que también ha acabado dominando por aquí, con la colaboración de esa «ejemplaridad pública» que algunos han puesto en circulación y que tanto daño está haciendo como arma arrojadiza. En España nos burlamos (el ambiente dominante lo hace) de Trump, que está logrando resultados excelentes en su gestión, y mientras tenemos gobernando a gentuza como Zapatero, Rajoy y Sánchez, que estoy seguro que no han hecho nada especialmente malo en su vida privada (aunque lo de la tesis de Sánchez es penoso, por ridículo y chapucero), pero que como políticos son pésimos.

En este embate, a nosotros nos salva este nombramiento de Kavanaugh primero porque hemos resistido el ataque sin piedad de quienes recurrieron a todo para impedir que accediera a ese cargo. El feminismo actual, en los términos en que se ha manifestado este último año especialmente, es un grave peligro para la humanidad y hay que oponerse a él sobre todo por una cuestión de principio.

En todo ello, ha sido penoso el tratamiento de los medios más generalistas de España. El sábado, tanto El País como El Mundo y ABC (descubrí con horror que han fichado a David Alandete, echado de El País hace poco) recogían crónicas de sus corresponsales que eran simplemente penosas. Acusaciones sin corroborar les pesan más a esos periodistas que cualquier otra cuestión: están al servicio de esa corrección política que nos está ahogando.

Otra vez más, me he sentido muy alejado del consenso actual.

No hay comentarios:

Publicar un comentario