miércoles, 4 de julio de 2018

La abuela Margarita y sus canciones

Hace dos semanas en Burgos mi madre, para explicar que habían reformado una casa, dijo que era una que estaba «a disguz». Busqué por todo internet y sólo encontré, además de un léxico de Canicosa (un pueblo cercano), un léxico del mismo pueblo de mi madre, Hacinas (en pdf): «Dicese de aquello que va oblicuo».

No sé cómo, se acordó de La confesión de la Virgen, que se sabía su abuela y que ella recordaba en parte. Es un poema piadoso en el que la Virgen va a confesarse, aunque no le haga falta. Copio aquí una versión recogida en Cáceres:
La bella de la que andaba      sagrario del Verbo Trino,
guarnecida en humildad     fue a confesarse un domingo,
no porque tiene pecados,     ni ella en su vida los hizo,
fue por cumplir el precepto     que quedó su amado hijo;
postrándose de rodillas     ante un capellán divino,
el capellán es San Juan,    primo segundo de Cristo,
santiguándose a la cara,      de aquesta manera dijo:
--Padre, si de amor sabéis,     porque Dios de amor nos hizo,
confesad a esta mujer      que a vuestros pies ha venido.
--Para yo bien confesar      necesito grande aviso:
vamos por los mandamientos       que es más derecho camino.
--En el primero, me acuso       que amo a mi Dios y le sirvo,
y le amo porque ama       todas las almas del siglo.
El segundo, no he jurado,     mas lo tengo prometido
de no me desamparar      a los que fueran mis hijos.
El tercero, que las fiestas,     las fiestas y los domingos,
las gasto en rogar a Dios    por mis devotos queridos.
En el cuarto, que a mis padres      perderé el respeto mismo
si procuran apartarme      de este camino que sigo.
En el quinto, que maté      al demonio fementido
y le corté la cabeza      desde el instante al principio.
En el sexto, en que fui madre      por diferentes caminos,
y de mí se levantaron      mil pensamientos altivos.
En el séptimo, que hurté     al Padre más alto un hijo
y le tuve en mis entrañas      nueve meses escondido.
El octavo, que mintieron     mis pensamientos divinos
que yo no había de ser madre    y Dios por madre me quiso.
El noveno, he deseado     los bienes del cielo empíreo
para repartirlos todos       a los que fueren mis hijos.
El décimo, he codiciado      los bienes del cielo empíreo
y juntamente con ellos      la conversación de Cristo.
--Levanta, blanca paloma,     relicario de oro fino,
no tengo por qué absolveros,   que os absolvió vuestro Hijo.
Echadme la bendición,       que quedaré bien bendito.--
Esta es otra versión:



Aquí hay una serie de versiones de toda España y también de Portugal.

2 comentarios:

  1. Iba a comentar que no encuentro lo de 'disguz' (qué bonito, por cierto) en el poema, pero releyendo la entrada creo que no pretendías conectar ambos temas, ¿no?

    Por lo demás, me parece muy bonito y profundo servir a un Dios que tiene primos segundos.

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    1. Sí, no tienen que ver las dos cosas, salvo en que mi madre dijo las dos.

      Lo de los primos del Señor. Hay una tabla flamenca muy bonita en el Museo de las Peregrinaciones, llamada La Santa Parentela

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