lunes, 2 de abril de 2018

Muy feliz Pascua en el claroscuro de la aurora

Estoy leyendo unos discursos del beato John Henry Newman sobre Fe y razón, que me están impresionando una barbaridad. Os pongo este párrafo, un poco difícil (hay que leerlo despacio), pero iluminador:
Ésta es, pues, la fe real, en todos los casos: una presuposición, pero no una simple conjetura ocasional; un movimiento extensivo, pero no fruto de la pasión o la excitación momentánea; un moverse hacia adelante en el claroscuro de la aurora, pero no sin orientación ni huellas que seguir; el paso desde algo conocido a algo desconocido, pero bajo la protección de la ley del deber, que habita en el estrecho sendero de la verdad y de la luz del cielo que lo anima y guía; luz que, tanto si es débil y empañada (en el pagano), como brillante y vigorosa (en el cristiano); tanto si es sólo la conciencia que lucha por despertarse, como si es el «afecto del Espíritu»; tanto si asoma como una tímida esperanza como si tiene la plenitud del amor; en todo caso, en cualquier etapa de la historia de la salvación es el único principio legítimo que nos vuelve aceptables ante Dios por los méritos de Cristo. La fe cae en la superstición, la credulidad, la exageración entusiasta, o el fanatismo, al desprenderse en algún grado de este espíritu de sabiduría y entendimiento, de consejo y fortaleza espiritual, de visión profunda de las cosas, auténtica piedad, y santo temor de Dios.
Así respondería a la pregunta sobre cómo la fe puede protegerse de los excesos sin necesidad de emplear lo que comúnmente se llama razón, es decir, los procedimientos de investigación, distinción, análisis, argumentación e inferencia: ella misma es un acto intelectual que adquiere su carácter por la condición moral del sujeto. Se perfecciona, no mediante el cultivo intelectual sino mediante la obediencia. No cambia su naturaleza o su función al perfeccionarse así. Sigue siendo lo que es en sí misma, un principio radical de acción; pero va mejorando en su calidad, porque el don del Espíritu lo enriquece. Es como antes una presuposición, pero la presuposición de un alma generosa, comprometida, sobria, reflexiva, pura, afectuosa y devota. Actúa, porque es fe; pero la orientación, firmeza, coherencia y precisión de sus actos la obtiene por el amor (299).

2 comentarios:

  1. He releído el texto de Newman y cumple a la perfección lo que él mismo dice. Quiero decir que la reflexión de Newman se ajusta ella misma a lo que Newman dice sobre la razón. No sé si me explico. Y es perfecto.

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