La salsera que hizo Benvenuto Cellini fue robada, estuvo un tiempo enterrada en un bosque y la encontraron intacta. Gracias a eso, renovaron la Kunstkammer y ahora es su centro, rodeada de los demás regalos que hizo a los Habsburgo el rey francés Carlos IX (un poquito ingenuo estuvo aquí el pobre) por su matrimonio con la hija del emperador.
En la salsera están el mar y la tierra y tiene un cuenco para la sal y un templete para la pimienta y es un trabajo en oro que dicen que es lo más que se puede hacer (nada de molde, es todo a puro golpecito) [mirad las fotos del Museo]:
Los otros regalos del rey francés fueron la copa de san Miguel, de Amberes, que era de Francisco I (a quien le dio su merecido Carlos I):
Y un aguamanil de ónice (Paris, 1570)::
El retrato de François Clouet de Carlos IX:
A mí lo que más me gustó fue un tapiz maravilloso de Dánae, de Fontenebleau, de en torno a 1540 [es reenvío a las fotos del Museo, que os darán mejor idea]:
Además había un rosario francés de lujo de principios del XVI (concha, ónice, cristal de roca, oro, esmalte), una contradictio in terminis:
La Kunstkammer a partir de ahí se me fue haciendo crecientemente cargante, porque se acumulan esos delirios pretenciosos para coleccionismos de ricachones. Cada vez era menos arte y más joyería para presumir.
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