viernes, 25 de marzo de 2016

Hombrecitos de capote, mujercita que trae un manto roto y raído

Dos pasajes de san Juan de Ávila:
El que pide que el juez le sea manso, confiesa que merece castigo. «¡Señor, sey manso a mí, pecador!», el hombre le había de decir a Nuestro Señor de corazón estas palabras. Yo ha más de quince años que primero que me acuesto las digo (OC 3.264.18).
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Este sermón, nuevas habían de ser del cielo y de la gloria que nos tiene Dios guardada (…) Algunas veces me paro a pensar, Señor, que unos hombrecitos de capote, una mujercita que trae un manto roto y raído, se ha de sentar entre los ángeles en tu gloria. ¡Oh, bendita sea vuestra bondad! (OC 3.230.4)

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