martes, 5 de mayo de 2015

25 años no es nada

El sábado habíamos quedado en Valladolid para celebrar el 25º aniversario del final de carrera. La que fue delegada de curso nos fue encontrando y montó un grupo de whatsapp con el que nos íbamos poniendo al día.
Pero la presentación en directo era una incógnita cómo iba a salir: yo iba un poco nervioso, pero el hecho es que nos saludamos, nos reconocimos y ya el resto del día fue estar charlando unos con otros como si nada, y con ganas de más: primero en el bar la Uni, luego en la plaza Mayor, luego comiendo, luego tomando un gin tonic (que me dejó K.O.: no sé qué sería de mí si me dedicara a alternar por las noches por ahí).
Los chicos (bueno, ya «señores respetables») estábamos casi todos o más calvos o mas gordos (yo las dos cosas). Las chicas (bueno, las «señoras respetables»), casi iguales. Algunos y algunas parecían los mismos, otros y otras había que volver a mirarles/nos para recalibrar la imagen de archivo.
Casi todos (esto lo digo para los estudios de «empleabilidad» tan de moda ahora en las universidades) somos ahora profesores, casi todos funcionarios, todos -creo- seguimos con ganas de hacer buenas cosas, principalmente con la enseñanza de las lenguas clásicas, a pesar de todos los pesares. Todos los que tenían hijos hablaban de ellos con gran orgullo.
Me sentí muy contento de formar parte de un grupo de gente así, aunque no nos veamos más que de Pascuas a Ramos (de un año de kalendas griegas).

2 comentarios:

  1. Emocionante, Ángel, gracias. Comparto tus sensaciones. Después de 25 años seguimos igual, no, mejor. Las Clásicas nos han moldeado: ¡formamos un buen equipo!

    ResponderEliminar
  2. Muy agradable para mí tu reflexión, Ángel. Salvando las distancias, desde hace dos años quedamos todos los primos hermanos y descendientes para una comida de la que todavía me estoy recuperando, no físicamente pero sí anímicamente. Quizás físicamente también, tampoco estoy acostumbrado a los gin tonic o similares, y la mayoría de mis primos tienen relación con la música, o sea, que tocan, tocamos, como poseídos por algún espíritu hasta que no podemos más, y los descendientes cantan sin prisa ninguna, hasta altas horas.
    Un placer leerte, la vida supongo que es esto, encontrarse y separarse.

    Un abrazo

    ResponderEliminar