jueves, 30 de octubre de 2014

Newman se despide de sus amigos

He terminado el volumen 7 (falta por publicar el octavo y último) de la magna traducción en Ediciones Encuentro hecha por Víctor García Ruiz et al. de los Sermones Parroquiales del Beato John Henry Newman.

Leído todo, puedo decir que ni uno de esos sermones se puede considerar banal, flojo o aburrido. Los habrá más o menos agraciados (por ejemplo en este volumen me impresionaron especialmente dos: el 10 y 12), pero todos son un modelo de eso, de sermón.

A este volumen le han puesto además de regalo al final Separarse de los amigos, justo el último sermón que pronunció como anglicano, en la iglesita que había hecho él mismo en Littlemore, rodeado de parroquianos y amigos. Por los testimonios de los asistentes, debió de ser tremendamente emotivo el momento. Pero lo lees y qué contención al servicio de eso, de sus amigos, a los que dejaba porque ya veía que en conciencia no podía permanecer más tiempo como pastor suyo.

Tardó dos años todavía en hacerse católico.

Me ha impresionado otra vez su dominio de la Sagrada Escritura. Jamás cita un texto por erudición o despreocupadamente. Os pego la traducción y el original de lo que dice sobre ello casi al final:
La Escritura es el gran refugio en las tribulaciones, siempre que nos guardemos de extralimitarnos en su uso, o ir más allá de ponernos a su sombra. Usémosla según nuestra medida. Ella es mucho más alta y más ancha que nuestras necesidades y su lengua vela nuestros sentimientos al mismo tiempo que los expresa; es sagrada y sobrenatural, y los purifica y refrena, al tiempo que los sanciona.
Scripture is a refuge in any trouble; only let us be on our guard against seeming to use it further than is fitting, or doing more than sheltering ourselves under its shadow. Let us use it according to our measure. It is far higher and wider than our need; and its language veils our feelings while it gives expression to them. It is sacred and heavenly; and it restrains and purifies, while it sanctions them.
Pero todo lo explica mejor mi amigo Cavalcanti en este comentario grandioso a ese sermón.

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