Tu depositum tege corpus;
non immemor ille requiret
sua munera fictor et auctor
propriique aenigmata vultus.
Quizá se pueda traducir literalmente diciendo: los dones que le dio, los enigmas del propio rostro.
Busco por google y me encuentro nada menos que a Derrida que lo comenta (¡yo citando a Derrida!).
Luis Rivero en la traducción de Gredos pone: "su donación, la representación de su propia imagen".
Y la edición francesa de Les Belles Lettres: "image de ses propres traits".
Aquí veo que Nebrija quería corregir los aenigmata por schemata ('rasgos', 'facciones'), sugerencia perfectamente razonable, aunque se carga todo el enigma así (y lo de la lectio difficilior).
Y lo de Dios como fictor bien impresionante que es: el modelador, el alfarero, pero de ahí viene la palabra ficción, por eso me llamó más la atención.
Yo te hago la ola pero ya.
ResponderEliminarHermoso.
ResponderEliminarA vuela pluma, yo lo pondría en relación con el famoso pasaje de I Cor 13,12, que también se refiere al primer cara a cara, el del conocimiento pleno, del cristiano con su Dios: "Videmus nunc per per speculum in aenigmate: tunc autem facie ad faciem. Nunc cognosco ex parte: tunc autem cognoscam sicut et cognitus sum" (trad. Nacar-Colunga: "Ahora vemos por un espejo y oscuramente, pero entonces veremos cara a cara. Al presente conozco solo parcialmente, pero entonces conoceré como soy conocido").
Respecto a la traducción, yo me atrevería con un "las facciones ocultas de nuestro verdadero rostro"
un abrazo
Chema
Sí, sí, .El otro día, mirando sobre el mito de Perseo y Medusa, me fijé en que consigue matarla mirándola a través de un espejo: esos antiguos de bronce pulido debían de dar una imagen tan imperfecta que se distinguía bien de la real, de ese mirar cara a cara que le permitía a Medusa convertir en piedra. Algo así está en este verso: tu traducción es muy buena, casi más paráfrasis. O quizás es que es imposible en ese verso una traducción sin paráfrasis.
ResponderEliminarBuen apunte. y esos antiguos espejos tan imperfectos, qué diferentes de estos otros de la literatura popular, que no sólo pueden reflejar la realidad visible, sino también la oculta: el de Salomón en las Mil y una Noches (la 272), el de la madrastra de Blancanieves, el de Galadriel, el de Dorian Grey... Éste último permitía un cara a cara completo, mutatis mutandis, como el de Prudencio.
ResponderEliminarMuy interesannte, Anónimo, lo que dices. Es la fascinación de los espejos.
ResponderEliminarPlas, plas, plas.
ResponderEliminarNo tengo más remedio que sumarme a la ola.
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