viernes, 18 de enero de 2013

Tarteras metálicas

Eran unos recipientes circulares, con la abertura más estrecha que la base. Se cubrían con una tapa que creo que servía de plato. Por encima, ahora sí, más platos metálicos, cada uno de un color. Se cerraba con unos artilugios articulados -siguen usándose para esos recipientes de cristal que crean el vacío con ayuda de un círculo de goma; como los de las gaseosas, esos.
Ahí ponía mi madre [eh, FELIZ CUMPLEAÑOS] la tortilla de patatas. Las comíamos sobre una manta "en el campo" y sí que nos sabían mejor -qué misterio- que en casa. Pero paro, que me están viniendo a la cabeza también unos filetes empanados, pero no eran lo mismo, no.

4 comentarios:

  1. Madre mía (digo madre tuya: ¡Muchas felicides para ella!, y yo sin desayunar.

    Tienes razón, la tortilla, con sus pimientitos verdes, sabía mejor, pero los filetes perdían un poco.

    Ahora vuelve la tartera, a ver qué remedio, sólo que sin platos de colores. Siguen teniendo el mismo artilugio, pero son tarteras "single" para meter ensalada de pasta y guarrerías por el estilo.

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  2. Yo recuerdo una cesta amarilla, y el olor del tomillo, el viento en los chopos, el eco de voces ya idas...

    Y, dejando a un lado lo sentimental, por supuesto, la tortilla.

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  3. Una tortilla puede no ser sentimental pero el recuerdo de una tortilla lo es.

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  4. Cómo desaparece un mundo antiguo, sin hacer ruido. Un día te das cuenta de que hace años que no se hay perros callejeros, o que nadie silba por la calle, o que no se dice "jefe de escalera". Cosas de esas.
    Hace muchísimo que no veo esos platos, cada uno de su color. ¿Y es que ya no existen, entonces?

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