Creo que he aprendido muchísimo de Caminos de la filosofía, conversaciones de Alejandro Llano con tres discípulos suyos: Lourdes Flamarique, Marcela García y José María Torralba (Eunsa, Pamplona, 2011). A mí la filosofía me queda grande habitualmente, así que estos libros de diálogos me facilitan el camino. Me costó leer algunas partes -sobre todo los capítulos más metafísicos- y de hecho tuve el libro parado varios meses, pero en conjunto lo he disfrutado mucho.
Ahí cuenta Llano cosas de su maestro Millán-Puelles. En la primera clase en un Aula Magna atiborrada de alumnos de primero les dijo que no le gustaba tener que gritar, "porque la filosofía no se puede gritar: hay que susurrarla" (20) [este tema lo desarrollan los coautores del libro en el prólogo]. Y comenta Llano: "La filosofía es un pensar meditativo, un quehacer reflexivo, que se vierte hacia dentro y no se impone con clamor. El logos es la palabra del corazón, que sólo puede escucharse en el silencio" (21).
También me gustó esto: "Millán-Puelles se disculpó en una clase: «Me he ido por los cerros de Úbeda». Pero añadió: «...aunque en filosofía todo es Úbeda...»".
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