jueves, 17 de enero de 2013

Sacando las cuberterías

En el Auditorio de Galicia, a falta de pasta para gastarse en artistas caros, han sacado la cubertería de la abuela la colección de cuadros del Ayuntamiento de Santiago y la exponen durante seis meses.


Dejemos de lado un Tàpies enorme y demás cacharrería, que allí está un cuadro de Fernando Álvarez de Sotomayor, al que miran mal porque no hizo espumarajos como sus contemporáneos ahora famosos (yo no necesito ilustraciones para obras de filosofía postmoderna) y para colmo fue director del Museo del Prado con Franco. A mí me han gustado siempre mucho los cuadros que he visto de él; y este, pues también:


Y el cuadro rescatable por la modernidad es este de 1898 de José Garabal Louzao. En la cartela ponía que era un "mártir misionero o paúl". [mirar google: 10 minutos] Pues ya os lo digo yo: san Juan Gabriel Perboyre, el primer mártir de China (era misionero paúl):

Podría ser de Guillermo Pérez Villalta, pero es de hace más de cien años. Y no sé si el tema será original de Garabal, porque hay unas cuantas imágenes parecidas del santo, como esta de la iglesia de la Milagrosa de Madrid. El que quiera, que se ponga a comparar para buscar el patrón iconográfico.

2 comentarios:

  1. Como siempre muy interesante la entrada. Lo de Garabal (que no conozco) es muy curioso y su comparación con P. Villalta muy bien traída. Nadie diría (salvo por el paisaje) que es un cuadro decimonónico.
    A mi Sotomayor, particularmente, me encanta. Sus retratos son magníficos, muy al estilo de la escuela británica, así como desmayados y aristocráticos, al modo de un Singer Sargent o los anteriores como Reynolds, Lawrence, Gainsborought… Tiene una pincelada muy suelta y dinámica y escapa de la tradición española anterior de los Madrazo, López.. (que también me encantan, la verdad) tan minuciosa.
    Se puede tachar de convencional y todo eso, pero no lo es. Y consigue lo que quiere conseguir, que es transmitir ese elegante y lujoso comfort de la alta sociedad a la que retrata, ese savoir faire, tan propio de las familias en cuyos salones aún cuelgan esos retratos. Miras uno de ellos y pisas las alfombras de nudos de Stuick o la Real Fábrica del Barrio de Salamanca, entras en sus pisos enormes, con aparatos de calefacción central de hierro fundido en las habitaciones, tapices, bibelots y el inevitable retrato de una abuela que a lo mejor no era ni tan guapa, ni tan estilizada, pero y eso es lo importante, era muy “distinguida” y te dice desde el cuadro, que le enseñó francés una “nurse” nativa, que el “mecánico” las llevaba de paseo al retiro, y que, con o sin amor, (que eso es lo de menos) se casó “bien” con aquel otro que también está retratado en el cuadro del gabinete.

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  2. Vaya, qué estupenda novela metida en un comentario de blog.
    A mí también me gustan mucho los paisajes que pintaba.

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