martes, 23 de octubre de 2012

transforme los antivalores

A primera hora del sábado en Madrid fui a misa a los jesuitas de Serrano (con Salve en latín al final, eh), y casi me río al oírle al cura pedirle a Dios que "transforme los antivalores". Eché un vistazo al respetable (pueblo de Dios) y en la última fila vi a un gafapasta (de los buenos) con su novia (vestida de neorrural de derechas, con un bolso enorme, muy maja) y me alegró mucho la coincidencia, aunque -ay- más por la literatura que por la vida: estaba pensando todo el tiempo en lo que acabaría siendo un libro de poemas.

Luego llovía y di un paseo bajo aquella lluvia de mentirijillas de Madrid -no había casi nadie a las nueve y media de la mañana, este país no hay quien lo levante- pasando feliz las estratosféricas tiendas puestas para que dictadores africanos se gasten en ellas la sangre de sus súbditos.

Y llegué al Museo del Prado, al que entré contento y del que salí tristón.

8 comentarios:

  1. ¡Huy! No me pega nada que salieras tristón del Museo del Prado... ¿Qué pasó?

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  2. ¿cómo va una neorrural de derechas?

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  3. Bueno, tú estarás harto de ver neorrurales de izquierda en la Facultad de Historia.
    Esta chica iba como en un cuento moderno de Caperucita, por decir algo rápido. Una falda amplia como de fieltro, por decir algo.

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  4. Bien por el gafapasta y su novia!
    Feliz imagen para ese precioso poema.

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  5. Ángel, qué placer ver que te acuerdas de los versos de uno en los jesuitas de Serrano.
    El final del "Regreso..." viene de ese hombre "calvo y muy tímido, que se ha presentado como el actor Alec Guiness" (cuenta Waugh relatando el bautismo de Edith Sitwell).
    Para Waugh, Sitwell iba vestida como "una infanta del siglo XVI".
    Guiness cuenta que Sitwell "Parecía una princesa que, envejecida, regresa a casa del exilio".

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  6. ¿Verdad que es muy bueno, Juan?
    Y gracias, Balaverde, por explicar la imagen final: hace al poema todavía mejor.

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