lunes, 14 de mayo de 2012

Eric R. Dodds

Me he leído su autobiografía Missing Persons.
Fue catedrático de griego en Oxford; más todavía: Regius Professor, puesto a dedo por Gilbert Murray, para gran enfado de Bowra (célebre por Waugh) y Denniston (autor de un mítico tocho sobre las partículas griegas). En la wikipedia hay una muy buena entrada sobre él.

Conoció a T. S. Eliot (los dos eran los únicos alumnos en una clase en Oxford sobre neoplatonismo), contrató como ayudante a Louis MacNeice, en una asociación universitaria coincidió con Tolkien, fue amigo de Auden (p. 120 cita un poema de él que guardaba en su colección particular: Snails on the blackberry leaf, / Wonders  beyond belief / Daily we view :Caracoles en la hoja de mora, / maravillas increíbles / que diariamente vemos).

En su juventud en Dublin trató con Yeats. Me pareció muy ilustrativo lo que cuenta del ambiente de esa Irlanda de la época de la independencia, que cada vez me parece más repulsivo: esos movimientos gaélicos que recreaban un pasado mítico (nunca mejor dicho), y esa gente que se negaba a hablar inglés y esos ambientes de vagorosa exaltación de un romanticismo nacionalista que me da arcadas.

Durante todo el libro se afirma y reafirma en su ateísmo (a la vez que reconoce -le honra- que en un momento de auténtico peligro rezó, para avergonzarse después de haberlo hecho). Y pone una definición genial, muy ácida, que hizo de él el jesuita Martin d'Arcy: "the sort of atheist whom a Jesuit enjoys talking to" (la clase de ateo con el que le gusta hablar a un jesuita).

Habla menos del mundo de los clasicistas de lo que me gustaría, pero por ahí pasan Arthur Nock, Eduard Fraenkel o Bruno Snell (del que cuenta que escondió judíos en su casa de Hamburgo durante la Guerra).

Y tiene una frase impresionante sobre el peligro de muerte del amor a la literatura griega en Gran Bretaña por "a suffocation arising from its exponents' industry": (una asfixia producida por la industriosidad de los que la exponen -se está refiriendo a un comentario del Gorgias de Platón en el que casi todo eran cuestiones hipereruditas, que tapaban el propio texto).

A la vez habla mucho de su interés por el ocultismo, la parapsicología, una mezcla improbable que he encontrado mucho en este tipo de gente. Al menos él acabó haciendo Los griegos y lo irracional, un libro de enorme influencia: otros acaban leyendo horóscopos. Y me hizo mucha gracia que cite a Uri Geller (p. 102).

Y dos detalles:
we also had a tiny garden where for the first time I experienced the curiously deep satisfaction of helping things to grow (También teníamos un jardín pequeño donde por primera vez experimenté la satisfacción curiosamente profunda de ayudar a cosas a crecer p. 93).
O lo que le pasaba con los alumnos en Oxford:
English students are by tradition poker-faced and to all appearance completely passive. I once thought of delivering a lecture in which each and every statement should be false, just to see how long it would be before any face showed signs of doubt (Los alumnos ingleses son por tradición de cara de póker y con toda la pinta de ser completamente pasivos. Una vez me planteé dar una clase en que todas y cada una de las frases tenían que ser mentira, solo para ver cuánto tardaban en mostrar signos de duda en sus caras p. 182). 
¿Así que no era porque mis alumnos fueran gallegos, entonces? ¿Era otro tópico nacionalista más? Me quita un peso de encima.

7 comentarios:

  1. La frase sofocante impresiona realmente. Gracias por la lectura.

    ResponderEliminar
  2. Ángel, sin haber leído el libro me permito opinar sobre el tipo de opresión a la que sometió la Gran Bretaña a Irlanda. Los británicos que enviaron a Irlanda eran lo peor de cada casa, su política y falta de humanidad repulsiva. La mala suerte que tuvieron los irlandeses fue la cercanía geográfica y el poderío del invasor. De haber sido menos malo el enemigo, los irlandeses hubieran sido "menos románticos". Saludos afectuosos. Th. Reichmann

    ResponderEliminar
  3. Su edición y comentario a la Bacantes de Eurípides no ha sido superada. Y un libro suyo sobre "a time of anxiety" entre paganos y cristianos es de lo mejorcito que hay: riguroso y certero siempre.

    ResponderEliminar
  4. Fíjate, Th., que no hablo de la opresión inglesa sobre Irlanda, sino de lo mucho que me disgusta el ambiente nacionalista celtista de los años veinte, tal como lo describe Dodds (irlandés él): un grupo de gente quizá valiosa en sí misma, pero atrapados en vagas idealizaciones celtistas muchas veces ridículas (cuando no dañinas). Cuenta Dodds que a él había uno que solo le hablaba en gaélico: ese tipo era de origen inglés. Me recuerda todo tanto a tantas cosas repugnantes aquí en Galicia que creo que explica bien por qué de partidario de Irlanda he pasado a partidario acérrimo de Inglaterra. Frente a los nacionalismos, hasta prefiero los imperialismos. Y a Irlanda le hubiera ido mejor -en un marco legal justo- dentro de Gran Bretaña (aunque aquí jugamos a los futuribles).
    Ramón, sí, es muy bueno su comentario a las Bacantes; ahí explica que tuvo que cargar con la edición que había hecho Murray, por lo que buena parte del comentario se la pasó corrigiéndole. Es un libro muy ilustrativo.

    ResponderEliminar
  5. Muy interesante Angel. Gracias. Estoy con Enrique, cuantas veces provoca el hastío y ahoga la espontaneidad ese exceso de celo. Asusta.
    Lo de los nacionalismos...Si eso ocurre en Galicia, que se puede decir del País Vasco, donde han mitificado a un tipo como Sabino que lo mas piadoso que se puede decir de él es que hubiese asombrado al mismo Freud en su consulta.

    ResponderEliminar
  6. Tienes parte de razón Ángel, pero tanto Dodds, ateo según comentas, como Yeats, protestante, eran de alguna manera unos privilegiados en la Irlanda de la época. Para los que no tenían acceso a la educación, ni a la comida, el folclore -tan admirado por Yeats- y las hazañas de Cúchulain se idealizaron hasta convertirse en la parte más importante de la identidad irlandesa. Los tontos como el irlandés que sólo hablaba gaelico, los hay en todos los sitios, pero eso no justifica la imposición de un credo religioso o una lengua (no emparentada -por lo menos el gallego se entiende-) como herramientas de opresión. Hombre, Ángel, los marcos legales de los invasores no suelen ser demasiado justos para "los propios". A mí me está pasando lo contrario que a ti. Cuanto más viajo a Inglaterra, más tirria le tengo. En lo que coincido contigo es en que algunas de las cosas buenas de Irlanda (literatura en inglés)...y también las malas (cultura del pub, nacionalismos kitsch) son fruto de la dominación anglosajona de la isla, tanto la de los Usa -esa es otra historia-, como de UK. Un saludo afectuoso. Th. Reichmann

    ResponderEliminar