Darwin.
Dicen que para descansar leía novelas.
Pero tenía sus exigencias:
no podían terminar de forma triste.
Si daba con una así,
furioso la arrojaba al fuego.
Verdad o no,
yo con gusto lo creo.
Recorriendo con el pensamiento tantas regiones y tiempos
se encontró con tantas especies muertas,
con tantos triunfos de los fuertes sobre los más débiles,
con tantos intentos de supervivencia,
tarde o temprano inútiles,
que al menos de la ficción
y de su microescala
tenía derecho a esperar un final feliz.
Así que, necesariamente: un rayo de luz de entre las nubes,
amantes de nuevo juntos, linajes que se reconcilian,
dudas resueltas, fidelidades premiadas,
fortunas recuperadas, tesoros hallados,
vecinos arrepentidos de sus rencores,
el honor recobrado, la codicia ridiculizada,
solteronas casadas con reverendos pastores,
intrigantes desterrados al otro hemisferio,
falsificadores de documentos lanzados por las escaleras,
seductores de doncellas de camino al altar,
huérfanos acogidos, viudas reconfortadas,
soberbias humilladas, heridas cerradas,
hijos pródigos llamados a la mesa,
el cáliz de la amargura derramado en el mar,
pañuelos húmedos de lágrimas de perdón,
cantos y música por todos lados;
y el perro Fido,
perdido ya en el primer capítulo,
¡que corra de nuevo por la casa
y ladre alegremente!
Es de su libro Dos puntos (Igitur, Madrid, 2007).
Lo usé para unas clases a alumnos de Historia: se trataba de hacer que vieran que la literatura, además de algo de lo que ellos podían sacar 'datos históricos', es valiosa (pero no hay que caer en el error de convertirla en narcótico).
Más se aprecia el valor de la literatura, creo yo, en el valor del propio poema de Szymborska que en la anécdota que cuenta de Dickens.
ResponderEliminarVa todo junto: el hecho de que sea Darwin el protagonista de la anécdota es importante, porque pasa por ser un científico riguroso; si lo que le pedia a la literatura era un narcótico, reflejaría muy bien lo que nos pasa con mucha frecuencia ahora: que buscamos 'Consuelo' (ese el título) en la literatura y dejamos a la ciencia la búsqueda de la 'verdad'.
ResponderEliminarCuando para que la literatura sea de verdad Consuelo, tiene que ser Verdad. Entiendo. Veo que tiene más fondo el asunto del que yo apreciaba en un principio.
ResponderEliminarQué maravilla. Qué grande es Szymborska.
ResponderEliminarMe fascina Wislawa, así que ¡gracias por recordarme este poema!
ResponderEliminarQué bien se lee el poema con la glosa que hace Ángel, a la que hay que añadir que Darwin no pasa sólo por ser un científico riguroso, sino que sus teorías de selección natural y supervivencia del más apto (pobre perrito "Fides", digo "Fido") son especialmente duras y descarnadas, y trajeron cola en el siglo XX, que es algo que a una polaca no se le olvida, de modo que se subraya lo especial mente crudo que es dejar la "verdad" a la ciencia, y el consuelo y la piedad (que se exigen con furia) a la ficción. Gracias, Ángel.
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