Bueno, hay que explicar que la gente del Opus Dei dedicamos unos días de las vacaciones de cada año a formación católica más intensa.
Lo normal es una semana, pero algunos (numerarios y agregados) que podemos dedicarle más tiempo, estamos hasta tres semanas de convivencia (o curso anual).
Los de la Obra que viven en la región de los países bálticos y Finlandia (cuatro gatos, 4, pero muy majos) tenían este año previstas clases de Sagrada Escritura. Pidieron si podía ir alguien para unas clases introductorias de griego bíblico y ahí es donde aparecí yo.
Y esas fueron mis vacaciones oficiales: clases muy gratas que di yo unos días, y otras que nos dieron de cuestiones de ecumenismo (con Conocerse y comprenderse, el excelente libro introductorio, que os recomiendo vivamente, de Jutta Burggraf, que murió demasiado pronto). También me leí una nueva introducción a los escritos de san Juan y que se repasaba este verano en España: otro libro que os recomiendo vivamente: claro, sencillo, novedoso.
Y así fuimos pasando tan ricamente las tres semanas, entre clases, charlas, repaso del Catecismo, ratos de tertulia y paseos. Y una excursión semanal por la zona.
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