Desde el avión vi por primera vez en mi vida suelo de Finlandia: tierras repletas de árboles altos y lagos con islitas repletas de árboles.
Y en el vuelo de Helsinki a Riga todo fue mar, el Báltico y el gigantesco golfo, puenteado de gigantes hitos soviéticos: el palacio de cultura y la torre de televisión al borde de un río enorme que daba al enorme golfo.
Iba en primera clase un chaval vestido de estrella de la NBA, con una bolsón de Luis Vuitton: debía de ser la estrella negra de algún equipo letón, el pobre.
En el aeropuerto de Riga me recogieron los que venían de Vilnius.
Nos costó un hu*v* salir de la ciudad.
Y luego ya fuera toda la carretera entre Letonia y Estonia era un túnel entre árboles: abetos, abedules y pinos altos -de Valsaín, los llamó luego uno de Madrid.
Los abedules tienen la corteza más bonita que puede tener un árbol, plateada y con heridas -a veces cubiertas de líquenes:
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Me gustan estas entradas "nórdicas". La corteza de los árboles es preciosa, cada uno la suya. Los abedules me recuerdan a los escritores rusos, son árboles muy literarios.
ResponderEliminarIba en primera clase un chaval vestido de estrella de la NBA, con una bolsón de Luis Vuitton: debía de ser la estrella negra de algún equipo letón, el pobre.
ResponderEliminar¡Qué observación más buena, me ha encantado! (Como la Aurora roja-azafranada y el color azul Chardin, cuya denominación jamas había escuchado pero ya no olvidaré)
Me parece que tu viaje al lejano Norte va a ser muy pero que muy interesante y placentero de leer.
Un abrazo, Ángel.
El de "pino de Valsaín" es el nombre que le dan en la Escuela de Montes de la capital al Pinus sylvestris. Cosas de no viajar mucho más allá de la Sierra, supongo...
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