Dos salas y tuve que salir por primera vez al patio. Y me dio una bofetada el frío de la mañana, pero era bonito: era frío de un día de sol en Castilla.
Y me metí a seguir la visita, y al calor, de las siguientes salas, en las que estaba despiezado el retablo de san Benito, de Alonso Berruguete (este museo surgió -dice el folleto- de la Desamortización).
Ya sabía que era un gran retablo, pero esta vez además me gustó.
Y sí que impresiona el sacrificio de Abrahám:
¡Hola Compostela! ¡Qué envidia me da tu visita al museo de escultura de Valladolid, una de las excursiones en el debe de mi agenda! Por cierto, ¿crees que esta escultura religiosa pierde todo o gana algo al ser expuesta en un espacio ajeno a aquel para que fue creado? Es curioso, entre las adquisiciones más recientes de ese museo está el busto en bronce del ilustrado Nicolás de Azara. ¡Qué hubiera dicho de saber que él, tan anticlerical (vid. M. Pelayo, sus Heterodoxos), iba a acabar en compañía de tantos santos!
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