domingo, 2 de mayo de 2010

Entre Antonio y Manuel

Señales de vida, el libro de poemas de Juan Antonio González Romano, me ha gustado y lo he disfrutado: y es un libro que sea lee con deleite.

Y ahora voy a ponerme a teorizar y a poner pegas, por hacer el gasto y por jugar al crítico*: este libro lo veo bascular entre los hermanos Machado y si le encuentro fallos es porque me parece que no ha elegido siempre lo que considero -y sé que esto es muy subjetivo- mejor de cada uno de ellos: de Antonio, ya desde el primer poema del libro, prefiere la poesía sentenciosa -y la toma más en serio de lo que merece la mayoría de las veces- y de Manuel se queda con la tristeza y la elegía y no les saca tanto partido a su gracia y profundidad.
Y para eso tiene que parecer más triste de lo que realmente es (o al menos de la impresión que da a los que no le conocemos más que por su blog): de hecho los poemas que más me han gustado han sido los que tienen un punto alegre; y quizá por eso la primera parte del libro ('De cadencias'), cargada de pesimismo y un tono elegiaco que no acaba de casar con el género poético -y musical- que sigue, es la que menos me ha gustado: están la agudeza, el concepto, el ingenio que ya se trabajó a fondo en la poesía de Cancionero desde el siglo XV, pero falta la alegría. Y eso aunque los poemas del libro se agrupen en soleares, coplas y seguidillas: aquí todos los palos tienden paradójicamente a la tristeza.
En cambio, en medio del libro, el Homenaje a Manuel Machado (a Verano, su soneto de versos hiperbreves), en su ligereza abre el camino a una parte mucho más grácil, las 'Seguidillas' y 'Seguidillas (casi) intrascendentes'-, la mejor en mi opinión.
Y la última parte vuelve otra vez a un tono más sentencioso, más de Antonio -y otra vez del Antonio filósofo (que es un filósofo de andar por casa, por más que nos apene que no fuera mejor)- en las Soleares finales: y de ese modelo quizá es de lo que se resientan esos poemas, no sé.
Y será deformación profesional de clasicista, pero si tengo que elegir un poema, me quedo con su excelente versión de un poema que parecía imposible imitar otra vez:
Imitación de Catulo
Déjame que te bese
mil veces más
y que cuando termine
vuelva a empezar.
   Pero te advierto:
siempre pierdo la cuenta
cuando te beso.

No soy quién para dar consejos, pero con lo bien que escribe González Romano me merece la pena arriesgarme a parecer tiquismiquis o a que alguien me eche en cara mi fatuidad, porque espero encontrar en su poesía próxima lo bueno de este libro aumentado con dos cosas: más profundidad -la del mejor Antonio, por la vía de la interiorización, quizá-, y más alegría -la del mejor Manuel, por la vía quizá de una mirada más misericordiosa consigo mismo y más abierta a la realidad, por la vía del optimismo y la esperanza.

[Se me olvidaba decir que ya hablé del diseño. Puedo decir que es excelente, ahora que he podido tocar el libro a placer]

*Los críticos entienden de lo que no comprenden, es una frase de Ramón Gaya que se me aplica muy bien a mí.

1 comentario:

  1. Muchas gracias, Ángel. Ya te lo dije en privado, y ahora te lo agradezco públicamente. Las críticas constructivas siempre son bien recibidas. Enlazo la reseña en mi blog.
    Un abrazo.

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