Tacho por fin las últimas anotaciones que me quedan en la agenda. Con esto dejo de dar la brasa sobre el mes de julio en Praga:
-Antes de salir, en Via Stellae, un concierto de Vivaldi en el que unos pajaritos acabaron actuando a coro con las flautas de madera. Y antes, en misa en Belvís -que me marcho el domingo a Praga muy pronto-, lo bien que explica el cura lo asombroso de la frase de Jesús en el Evangelio: "se asombró de su falta de fe".
-Por carretera de Chequia esta anotación lirica: "paisaje de llanuras algo amarillentas, pero tilos, abedules y frutales en los hondos de la carretera".
-En Svatá Hora llegamos al final de una bendición en la que se podía besar una especie de manto con el que habían recubierto la imagen de la Virgen.
-El Senado: jardin con decoración de grutas. Hay jaulas con unos búhos enormes.
-En la iglesia de san Nicolás -barroco ilusionista de estuco- sorprenden las cuatro enormes imágenes de los cuatro padres de la iglesia griegos en el crucero: Praga entre Oriente y Occidente.
-La Catedral de san Vito: airosa, alada, rayos de sol a través de las vidrieras que me dan en el ojo.
-Hay una iglesia para los universitarios, al lado del Puente de Carlos, la de El Salvador.
-Casa danzante de Gehry, una tontada.
-Las custodias en Loreta, aquella con 4000 diamantes.
-Y las sinagogas: la de Pinkas con las paredes llenas de nombres de los que murieron. El cementerio judío repleto de lápidas.
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