sábado, 13 de junio de 2009

Dos mujeres en un tractor

Fui a ayer a Olbeira, una casa de retiros en Vilanova de Arousa, a dar una sesión de latín a gente que estaba allí en una convivencia.
Y al poco de salir vi un tractorillo conducido por un señor; a su lado, sobre la cubierta de una rueda, una señora ("¿su señora?"); poco después, dos mujeres en otro tractorcillo.
Y se me ocurrió que no podía contarlo aquí, yo que aconsejo últimamente no caer en lo anecdótico en los blogs. Y luego, que podría parecer condescendiente: ("el intelectual que retrata a los palurdos"); y ni siquiera era una escena pintoresca: no iban con pañuelos, iban vestidos como la gente de campo de la zona, normal, con ropa de mercadillo quizá.
Siempre es posible refugiarse en el paisaje, para evitar suspicacias sobre el paisanaje: y estaba muy bonita la costa, como lo estaba el valle que vimos hace una semana desde la ermita de la Salette (todo es Bloy estos días), con el cielo cubierto, lloviendo como ha llovido sin parar toda esta semana. Y esas cuatro casas al fondo de otro valle que visitamos.
Con sol, con lluvia, el campo gallego es hermoso como una bendición, pero con cicatrices en cada esquina: la mano del hombre; en concreto la mano de la pobreza y el mal gusto de los que están saliendo de ella, que hacen casas ostentosas de granito rosa de Porriño. O la rapacidad de los que en cualquier fondo de paisaje plantan sus molinos eólicos. Y eso tampoco puedo decirlo muy en alto, por si me acusan de resentido o de exquisito. Sólo me atrevo a decir que pasé por Carril y, Fer, qué bonito estaba el mar con Cortegada al fondo; y la vista de la ría desde la carretera a Catoira.
Y yo me siento feliz en Galicia, me duele ver lo que es feo pero ya me parece mío: es la pobreza que tenemos que superar, es nuestra pobreza personal, que convertiremos en la dignidad de una pobreza como la de Bloy. Algo ya hago con mis clases, algo quizá con este blog, algo al no edulcorar los paisajes que describo. Y tengo grandes esperanzas de que entre todos cambiemos esto, con paciencia, poco a poco, con compresión.

8 comentarios:

  1. Cada vez que vuelvo a casa me parece incluso más bonito. Un abrazo.

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  2. Javier de Navascués13 de junio de 2009, 13:38

    Me voy de vacaciones a Galicia (a las Rías Bajas) todos los veranos desde hace 18 años. Aunque no soy gallego, me siento en casa y, al mismo tiempo, comparto totalmente esta imagen tuya. El campo gallego es una mezcla de belleza y horterada constante. Pero, con el tiempo, se te hace totalmente entrañable.

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  3. Me mosquea el elitismo paternalista de La voz de Galicia-urbanita- con sus reportajes domingueros contra el feismo rural que tanto celebran algunos, cuando tanta porquería hay en las ciudades, mismamente el polígono de Sabón donde está la Voz.

    Por eso me ha gustado mucho el tono de esta entrada. Claro que no es problema endémico, es algo que vamos a mejorar, poco a poco. Y si pienso que este blog, gallego, ayuda.

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  4. Soy de la Ria de Arosa y paso todos mis veranos en Carril. Algunas veces, muy pocas, la verdad, paso, acompaañando a algún familiar, por Olbeira. Por eso esta entrada me ha traido muy buenos recuerdos.
    ¡Cómo me gusta mi tierra, a pesar de todo!
    Gracias
    Abu

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  5. ¡Qué entrañable esta entrada tuya! Me ayuda a amar más a mi Galicia.

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  6. Como sabes, yo también paso mis veranos en Galicia, en las Rías Bajas (aún recuerdo tu visita, hace un par de años, que glosaste bellísimamente en este blog), desde hace unos diez años. La verdad es que Galicia, la de verdad -no la del Bloque, no la de la Voz, no la de los astilleros de Vigo y su retrato de Fernando Léon de Aranoa, no la "oficial"- me en-tu-sias-ma. Me siento allí casi mejor que en ningún otro sitio. Eso sí, reconozco que me deprime un poco pasar por el campo gallego, y ver esas casas que parece que se han quedado a medio hacer (y no sólo lo parece; luego me enteré, de que las dejaban así, "a cachos", para no pagar la contribución urbana), todo destartalado, y medio roto, y hortera a más no poder. Esa nostalgia se mezcla con el sabor auténtico de la tierra, y da como resultado un algo inefable, que sólo entienden bien quienes lo han vivido.

    Tu entrada, en cualquier caso, magnífica, amigo mío. Me ha emocionado, sí. También porque me he acordado del azul de las Rías Bajas, que eso sí que no se puede explicar, ni aunque seas d'Ors ...

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  7. Era consecuencia natural de tus entrads del "cogollo" de Galicia, o algo así, que acabases desembocando en este punto.

    Unha aperta

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  8. Soy gallego, si bien "expatriado" (aunque vuelvo todos los años). Mi padre ejercía de abogado y siendo niño y no tan niño le he acompañado en incontables visitas a clientes que moraban "no agro".Creo conocer, por tanto, bien el medio, en el que conservo, además, parientes cercanos. Sentado ésto, intento agradecer el tono del post, pero algo en él me duele. Un cierto elitismo subyacente, sin duda. El campo gallego, su imagen actual, es, obviamente,obra del hombre en buena medida, como cualquier otro paisaje (excepto la selva virgen o el desierto, supongo). Y creo que es erróneo, y un pelín autosuficiente, emitir un juicio "desde las alturas" sobre la "obra" sin conocer al autor (los paisanos del tractor, entre otros), especialmente cuanto se termina apelando, con evidente paternalismo, a la "comprensión". Galicia y sus gentes son así, vienen de donde vienen ..... y tienen derecho (lo merecen y se lo han ganado con un trabajo duro, en ocasiones titánico) a equivocarse en su legítimo afán por mejorar. Por otro lado, toda España está llena de "equivocaciones", y su Castilla natal ( ese "ladrillo vista") mucho más aún, en mi modesta opinión. En cualquier caso, creo que poner el foco en el paisanaje es injusto: comencemos por los muchos ilustres titulados de las ETSA de toda España, esos maravillosos arquitectos que nos han dejado muestras imborrables (nunca mejor dicho) de su "arte", incluso en la muy bella Compostela en la que usted vive. Sinceramente, creo que tienen mucha menos disculpa que los paisanos, que, en mi opinión, no merecen "comprensión", sino indulgencia plenaria.

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