martes, 25 de noviembre de 2008

Celanova y Bande (2 de 6)

Ya había estado en Celanova hace tres años, cuando a Dani y a mí nos dio un tantarantán de la emoción de encontrarnos de golpe con aquel prodigio de la capilla de San Miguel y dábamos vueltas, entrábamos y salíamos de la iglesita, mirábamos por la ventanita de la cabecera, comentábamos la jugada a gritos, pasábamos al interior de la cupulita gallonada de la cabecera o nos quedábamos en el centro o nos parábamos atrás, mientras Antón nos miraba con cara de qué frikis del arte.
Y esta vez fue a Suso al que le pilló de sorpresa aquel prodigio; mirábamos la capilla mozárabe sin que nos importase mucho que lloviera: tres cuerpos ortogonales, el central y los pequeños, con una armonía que parece milagrosa; esos contrafuertes primitivos en un edificio que aspira a la altura pero que todavía no sabe cómo se hace eso, los modillones decorados con relieves de dibujos circulares -incluso en forma de trisquel- que sostienen el tejado. Y en el interior lo curvo: los arcos de herradura con su alfiz, las paredes de yeso -san Juan de la Cruz, Jiménez Lozano-. Y luego ver los sillares, leer la inscripción junto a la puertecita por la que tienes que entrar agachado y que empieza así:
Auctor huius operis Tu Deus esse crederis (literalmente: Autor de esta obra, tú Dios, eres creído ser, es decir: Tú, Dios -lo confesamos- eres el autor de esta obra). Luego Froila, hermano de san Rosendo -estamos en el año 942- pide oraciones y promete la ayuda de Dios al que rece.

3 comentarios:

  1. Gallonado, modillón, trisquel, alfiz, sillar: hmmm...

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  2. Sigo buscando sobre la inscripción y me encuentro con la descripción del mítico Gómez Moreno: "la capilla de san Miguel, miniatura de iglesia, «brinco graciosí­ssimo», tan pequeña que cabe toda en 8'50 por 3'85 metros de planta y 6'00 de altura: tan sana y completa como el dí­a en que se hizo; tan maja que alegra verla y suspende con sus primores"

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