domingo, 25 de noviembre de 2007

Disfrazado de nada

Releyendo Sol de noviembre, el libro de Miguel d'Ors, me encontré subrayada por Dal (en mi memoria, no en el papel, por suerte), esta frase: disfrazado de nada, como sueles. Es del Por un azul y un amarillo. La estrofa es así:

Minuto de belleza
que no es azar: desde antes del comienzo del tiempo
lo tenía previsto Tu amor, y, disfrazado
de nada, como sueles
, manejaste
los siglos y los climas para que esta mañana
(...), yo recibiera,
sin entender por qué, sin merecerlo,
este regalo (...)

En realidad Dal ya dijo todo lo pertinente: se podría hablar de un anonadamiento de Dios Padre; su providencia, ese inmenso poder, se disfraza de nada, de azar, de casualidad, de debilidad.
Yo me acordé de eso releyendo Virgen del Camino, ese gran poema de Andrés Trapiello:
Y es entonces cuando comienzo un rito,
un viejo rito íntimo, igual todas las noches:
rezo un avemaría mentalmente.
Durante muchos años esto me avergonzaba.
“Qué buscas”, me decía, “en oración tan simple.
Eres un hombre ya, no crees mucho
que el destino del hombre obedezca a unas leyes
divinas ni que el orbe, engastado de estrellas
en las ruedas del sol y de la luna
sea maquinaria de un reloj,
al que un ser bondadoso
da cuerda cada noche en su vasto castillo,
esa vieja mansión que Nietzsche llamó Nada
y Bergson llamó Tiempo.


3 comentarios:

  1. Dios se disfraza de nada y los que quieren ven la nada. Muy cierto.

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  2. Qué gran poema, el de Trapiello. Cuando me lo recomendaste en casa no quise leerlo sobre la marcha y lo reservé para luego. Lo leí después reposadamente y me encantó. Desagradecido de mí, no te di las gracias por el hallazgo. Lo hago ahora.

    Del verso de d'Ors, qué te voy a decir. No se va de la memoria. No se puede describir más poéticamente la kenosis (con "i" latina).

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