martes, 11 de octubre de 2005

Para bien morir

Al inicio del encarcelamiento de fray Luis por la Inquisición, aparte de quedarse sin sacramentos (¡y así estuvo durante cuatro años!: no se me ocurre nada más cruel, para un hombre tan profundamente religioso como él era), se puso muy enfermo. Por eso escribió lo que sigue, pidiendo la absolución en caso de que su enfermedad se agravara:

Protestación de fray Luis sobre si le tomare la muerte súbitamente
Y como reo que reconoce su culpa y puesto delante del tribunal de Cristo Señor y juez supremo se acusa de ella, postrado por el suelo pido y suplico a la majestad de su grandeza, que como es juez para juzgarme, se acuerde que es también hermano mío dulcísimo y blandísimo para haber misericordia y perdonarme. Ante el cual, así como conozco y confieso la multitud y gravedad de mis culpas, así para descargo de ellas ofrezco y presento el tesoro y valor infinito de su Sangre, de su bendita Pasión, de sus divinos y riquísimos méritos, los cuales quiero por su divino don que sean míos; y creo en Él y espero en Él y le amo sobre todas las cosas, en quien sólo mi corazón, aunque más pecador que ningún otro hombre, confía y descansa.- Fray Luis de León


¿Entendéis por qué le admiro tanto?


*Tomo el texto del admirable libro de José Luis Hervás: Entrañados en Cristo. La mística teológica de fray Luis de León, Pamplona, Eunate, 1996, p. 84. El texto es el del Proceso, X , 177s (27/3/1572?) 43s.

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