Con grandes precauciones, pero ahí está una de las proposiciones del último sínodo de obispos sobre la Eucaristía:
Proposición 36 El uso del latín en las celebraciones litúrgicasEn la celebración de la Eucaristía, durante los encuentros internacionales, hoy cada vez más frecuentes, para expresar mejor la unidad y la universalidad de la Iglesia, se propone:--sugerir que la concelebración de la Santa Misa sea en latín (excepto lecturas, homilía y oración de los fieles). Así también recítense en latín las oraciones de la tradición de la Iglesia y cántense eventualmente composiciones musicales de canto gregoriano;--recomendar que los sacerdotes, desde el seminario, se preparen para comprender y celebrar la Santa Misa en latín, así como a usar oraciones latinas y saber dar valor al canto gregoriano;--no descuidar la posibilidad de que los mismos fieles se eduquen en este sentido.
Bien, todo con mucho cuidado ('sugerir', 'no descuidar la posibilidad'), pero me parece interesante que se recupere la tradición litúrgica latina, con sensatez, no por arqueologismo, ni por tradicionalismo, sino porque es un tesoro y posibilita la unidad, especialmente en los casos de presencia de personas de distintas lenguas.
Espero que en la Catedral de Santiago tomen nota: se evitarán esas largas listas de oraciones repetidas según el número de lenguas presentes, que no dejan de tener su interés para filólogos como yo ("¿cómo se dice paz en tropecientas lenguas?": veamos) o esa situación tan curiosa que puede ocurrir cuando en la Catedral hay una Misa en gallego: que el noventa por ciento de los presentes no entienda lo que se dice, con lo que volvemos a lo que se quiso evitar introduciendo las lenguas vernáculas. El esfuerzo que supone aprender latín, al menos las oraciones más comunes, ayudaría a que la gente entendiera mejor qué es lo que está ocurriendo en la Misa.
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