sábado, 25 de junio de 2005

Viaje a Canarias (y V)

Vimos una versión mexicana de Doña Perfecta (de 1951): pasable; era incluso graciosa, vista ahora. Con ello acabé mi estancia en el Congreso: muy buena organización, ponencias y comunicaciones interesantes, un grupo de personas que aman la obra de Galdós. Comentamos que este es el único congreso en que la gente habla del tema principal incluso en los descansos y comiendo.
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Tareas pendientes: acabar de leer los Episodios Nacionales.
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Al día siguiente quedé con un matrimonio mayor; eran amigos de los padres de un conocido mío, a los que tenía que darles dos botellas de aguardiente casero (de Lugo). Era una liada de campeonato, pero al final pasamos un buen rato tomando un café en el quiosco modernista del parque de san Telmo.


Se extrañaron de que mi conocido fuera a tener su segundo hijo ("¿tan pronto?"). Eran buenas personas, sencillas, pero participaban de la opinión dominante, que ve los hijos como un engorro.
Me llevaron al aeropuerto. ¿A que no sabéis a quién vi allí? Atención, mamá, que te interesa: a Federico Jiménez Losantos: muy bajito. Estuve a punto de ir a decirle: Mi madre escucha su programa de radio con devoción, pero me corté. Por cierto que en el aeropuerto de Santiago me había cruzado a la ida con Iñaki Gabilondo (la otra gran estrella de la radio, pero del sector contrario).
He descubierto que me aburre ir en avión. He perdido la ilusión por volar. De todos modos: vi Sevilla desde el cielo, la costa de Huelva, la isla de Fuerteventura.
A medida que nos acercábamos a Santiago, cada vez había más nubes. Volábamos por dentro (Las nubes por dentro, libro de Trapiello). A mi lado tenía a dos que se pasaron todo el viaje hablando de los miles de viajes que iban a hacer: pijos (=niños ricos) que se aburren.
Y al llegar a Santiago, el cielo cubierto, gotas de lluvia, la alegría de la humedad fresca, el gran placer de volver a casa.

3 comentarios:

  1. "Mi madre escucha su programa de radio con devoción", buena forma de decirlo. Mucho más correcta que la que usé yo.

    Resulta que hace unos años me encontré en la calle con un escritor que a mi mamá le gustaba. Le digo yo: "¡Fulano! ¡Si lo viera mi mamá, se muere!"

    A lo que el me responde: "¡Pues mejor entonces que no me vea!"

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  2. No había leído hasta ahora esta crónica "canariona". Me ha gustado, como las de otros viajes tuyos. También por cercanía, vivo en otra isla pero conozco Las Palmas, el parque de San Telmo, la casa de Galdós, la Catedral (magnífica la imagen del jardín de palmeras). Y también conozco a la concejal (prefiero concejal a concelala, principal a principala y tal) que ya no lo es. Tampoco Adán es presidente de este paraíso. Leído ahora es alentador: alguna vez los que hoy mandan no mandarán.

    Ah, por si no te contestaron, las enormes pinturas de San Cristóbal tienen esta explicación. Desde la Edad Media se pensaba que este santo protegía contra la muerte súbita y que mirando una de sus imágenes se quedaba a salvo del peligro por ese día. Por eso se pintaban tan grandes, y en algunos casos junto a las puertas de las Catedrales. Así está en Las Palmas, en una capilla a los pies de modo que antes de salir es inevitable mirar a San Cristóbal.

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