No es nada nuevo lo que pongo, aunque yo no lo sabía y quizá a alguien le interese. Lope de Vega, converso de su ajetreada vida, escribe este soneto (Rimas Sacras XVIII) bien conocido:
¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno escuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío
si de mi ingratitud el yelo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas veces el ángel me decía:
¡Alma, asómate agora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía!.
¡Y cuántas, hermosura soberana:
Mañana le abriremos,
respondía, para lo mismo responder mañana!
La fuente, como demostró el gran Rafael Lapesa, es De los nombres de Cristo de fray Luis:
Así que, demás de que todo su obrar es amar, la afición y la terneza de entrañas, y la solicitud y cuidado amoroso, y el encendimiento e intensión de voluntad con que siempre hace esas mismas obras de amor que por nosotros obró, excede todo cuanto se puede imaginar y decir. No hay madre así solicita, ni esposa así blanda, ni corazón de amor así tierno y vencido, ni título ninguno de amistad así puesto en fineza, que le iguale o le llegue. Porque antes que le amemos nos ama; y, ofendiéndole y despreciándole locamente, nos busca; y no puede tanto la ceguedad de mi vista ni mi obstinada dureza, que no pueda más la blandura ardiente de su misericordia dulcísima. Madruga, durmiendo nosotros descuidados del peligro que nos amenaza. Madruga, digo: antes que amanezca se levanta; o, por decir verdad, no duerme ni reposa, sino asido siempre al aldaba de nuestro corazón, de continuo y a todas horas le hiere y le dice, como en los Cantares se escribe: «Ábreme, hermana mía, amiga mía, esposa mía, ábreme; que la cabeza traigo llena de rocío, las guedejas de mis cabellos llenas de gotas de la noche.» [Cant. V, 2] «No duerme, dice David, ni se adormece el que guarda a Israel.»[Sal 120, 4]
R. Lapesa, "Presencia de fray Luis en el soneto de Lope ¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?", en Homenaje a Don Agustín Millares Carlo, II, Las Palmas, 1975, p. 700-1, citado en C. Cuevas (ed. ), Fray Luis de León. De los nombres de Cristo, Madrid, 1977, p. 228, n. 295.
Cuevas piensa que también el siguiente texto (p. 380) le pudo servir de inspiración:
Porque ¿quién podrá decir ni entender, si no es el mismo que en sí lo experimenta y lo siente, las formas piadosas de que Dios usa con uno para que no se pierda, aun cuando él mismo se procura perder? Sus inspiraciones continuas; su nunca cansarse ni darse por vencido de nuestra ingratitud tan continua; el rodearnos por todas partes y como en castillo torreado y cercado; el tentar la entrada por diferentes maneras; el tener siempre la mano en la aldaba de nuestra puerta; el rogarnos blanda y amorosamente que le abramos, como si a Él le importara alguna cosa, y no fuera nuestra salud y bienandanza toda el abrirle; el decirnos por horas y por momentos con el Esposo: «Ábreme, hermana mía, esposa mía, paloma mía y mi amada y perfecta, que traigo llena de rocío mi cabeza y con las gotas de las noches las mis guedejas.»
Que quede claro que yo prefiero el texto de fray Luis al de Lope, dónde va a parar.
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