Llevo tiempo sin leer ficción, la aguanto poco ahora, así que cuando me gusta alguna novela me alegro mucho. Me ha pasado últimamente con Familias, de Natalia Ginzburg, tres novelas cortas y muy en voz baja, a pasitos, pero que me gustaron mucho, incluso la última, en la que perdí el hilo casi desde el principio y no lo conseguí recuperar.
El otro que sí que puedo leer es Richard Ford; en Praga me acabé El periodista deportivo, el primer libro de la trilogía y el único que no había leído todavía. Y me gustó, pero menos que Acción de gracias, el último, y más que El día de la independencia. Y los tres forman un conjunto de muchas páginas con la vida de Frank Banscombe, un hombre que ha perdido un hijo pequeño, que está divorciado, que tiene una vida normal en Nueva Jersey, que no sabe qué hacer con su vida porque no sabe a qué agarrarse. No sé cómo explicar por qué me interesa; quizá porque Ford consigue hacer un personaje vivo: me parece imposible que no exista, que si voy a su casa no me lo pueda encontrar por Haddam.
Y me he acordado de él al leer la entrada de ayer de Amy Welborn, que me pareció prodigiosa, de las mejores cosas que he leído en los últimos tiempos: une tranche de vie, sin retórica, contando lo que le pasa: ahora mismo sólo quiero eso de la ficción.
Frank Bascombe también es uno de esos pocos personajes vivos en mi existencia de lector, y Richard Ford, sólo por esos tres libros, uno de los mejores novelistas norteamericanos. Me gusta muchísimo.
ResponderEliminarSoy muy detallista.
ResponderEliminarSugiero que el "une" en "une tranche de vie" también esté en itálica.
Merci beacoup por la frase, no la conocía y soy estudiante informal del idioma.
Que alguien quiera que mejore una entrada de hace dos años me llena de alegría: muchas gracias, Juan Ignacio.
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