En el n.11 lo que dice el Papa recuerda mucho a lo que tan bien explicó Juan Pablo II en su Teología del cuerpo (sobre el tema, lo de ayer de Mar adentro, con enlaces): soledad del hombre en la creación; la creación de la mujer como alguien que es su igual y su complemento perfecto, el eros en la naturaleza humana y su perfección en el matrimonio, icono del amor de Dios:
El matrimonio basado en un amor exclusivo y definitivo se convierte en el icono de la relación de Dios con su pueblo y, viceversa, el modo de amar de Dios se convierte en la medida del amor humano.
Recuerda el mito del andrógino, que cuenta Aristófanes en el Banquete de Platón (texto aquí): al principio el hombre era doble que ahora, pero fue separado por los dioses en dos para debilitarlo; el Papa señala la semejanza de esa idea del completamiento en el otro y la diferencia que hay en que, según ese mito, los dioses partieron a ese ser originario en dos para castigarlo y debilitarlo. No entra en el detalle del mito, que es también una justificación de la homosexualidad. El Papa no quiere polemizar, sólo quiere señalar paralelos en el mundo griego de lo que, como él dice, es la fe bíblica. Me parece interesante que varias veces haga eso: abierto a posturas distintas y muy alejadas incluso, para comprender qué plantean (Nietzsche, este caso de Platón), valora lo que ve positivo y deja de lado la polémica, porque no está en un combate, sino hablando a los cristianos de lo que significa esto:
Dios es amor.
Había que recuperar esta frase de la banalización en la que había caído, limpiarla y volver a contemplarla con toda su radicalidad.
No pone a la misma altura a Platón y a la fe bíblica, pero no desprecia a Platón.
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