En el tomo 6, p. 18 (Annotationes in Libanii argumentum) de la edición de Demóstenes de Wolf de 1572 que mencionaba ayer, vi una línea tachada y leí lo que comentaba Wolf a propósito de un texto de Libanio:
Utinam olim [línea tachada] vel nunc Germani Pannonias defenderent, ac recuperarent, quo ipsi a Turcorum incursionibus tutiores essemus. Sed ambitio et ignavia nostra nobis hactenus obstitit, et ira Dei, nostra flagitia punientis.¡Ojalá en el pasado [línea tachada] o ahora los Germanos defendieran Panonia [=Hungría] y la recuperaran, para estar nostros más seguros de las incursiones de los turcos. Pero nuestra ambición y pereza hasta ahora son un obstáculo, y la ira de Dios, que castiga nuestras maldades.
Y me acordé de un libro que estoy leyendo, recomendado por mi hermana y que también un amigo había leído con gusto (los dos son maraístas): ¡Tierra, tierra!, segundo volumen de las memorias de Sándor Márai. A mí Márai no me convence demasiado, aunque el primer volumen Confesiones de un burgués, me gustó en parte.
Lo mejor de este volumen es la descripción de esos años tremendos en Hungría, abandonada, como todos los países del este, a la salvadora Rusia, mientras Europa Occidental se lamía las heridas y Francia afirmaba que había ganado. En el texto de Wolf se ve también que le importaba muy poco Hungría, que sólo le interesaba como tapón.
Del libro de Márai algunas frases que me han llamado la atención:
p. 103 [sobre los soldados rusos, emocionados al mirar en su casa un número antiguo de la revista estadounidense Esquire, pero no los textos ni las viñetas, sino los anuncios publicitarios]: Las imágenes que reproducían neveras eléctricas, zapatos de caballero de ante, raquetas de tenis último modelo, cinturones de gamuza, joyas extravagantes, todos esos objetos superfluos de la "civilización afrodisíaca" (según el término de Bergson).
Y esta:
p. 134: los psicoanalistas, esos talmudistas del bajo vientre.
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