De la reflexión general sobre el amor, pasa al estudio del amor en la Sagrada Escritura:
En el Cantar de los Cantares (libro que surgió como una suma de cantos nupciales) hay dos términos para amor, dodim (para el amor todavía inseguro) y ahabá (para el amor matrimonial cumplido, que ha superado el egoísmo y busca el bien del otro).
Ahabá fue traducido al griego por agapé en el Nuevo Testamento [vuelvo a recordar que fue escrito en griego] en lugar del término eros [opinión mía: porque habría adquirido connotaciones negativas]. En la cultura griega agapé no se usaba como término referido al amor.
El amor busca la exclusividad: sólo con esta persona y para siempre. Es éxtasis, en el sentido etimológico del término griego: salir de sí.
Jesús es el modelo de ese amor que es agapé, búsqueda del bien del otro hasta la muerte.
¿Hay oposición entre eros (amor mundano) y agapé (amor fundado en la fe y plasmado en ella)? Se suelen contraponer: uno sería ascendente, el otro descendente (yo busco el amor / yo encuentro el amor que se me da), uno sería amor concupiscentiae, otro amor benevolentiae (amor de deseo / amor de querer bien), el uno sería griego, el otro cristiano, el uno sería natural, el otro sobrenatural.
Y dice el Papa: estaríamos apañados si esto fuera así. El amor es uno (lo explicará más adelante).
Me parece novedosa la idea de que el amor no puede ser sólo ofrenda: "No puede dar únicamente y siempre, también debe recibir. Quien quiere dar amor, debe a su vez recibirlo como don".
El amor, pues, tiene varios aspectos, pero si nos quedamos sólo con uno, lo caricaturizamos.
> Me parece novedosa la idea de que el amor no puede ser sólo ofrenda: "No puede dar únicamente y siempre, también debe recibir. Quien quiere dar amor, debe a su vez recibirlo como don".
ResponderEliminarCreo recordar que C. S. Lewis dice algo parecido al comienzo de "Los cuatro amores".