Sigo con el resumen para perezosos, después de la introducción del otro día:
La palabra amor se usa para todo, aunque parece haber una aceptación general de que el amor de hombre y mujer recoge el sentido más pleno del término.
En el mundo griego se usaba la palabra eros para referirse a ese amor, pero presentándolo como una realidad que en cierto modo se imponía al hombre. Como se ve, el Papa no entra a hablar de eros en el mundo grecorromano en todos sus aspectos, por ejemplo en la descripción que hace de él Platón (muy personal y muy influyente), sino que se refiere a la idea general, que ejemplifica en un pasaje del poeta romano Virgilio: Omnia vincit amor, et nos cedamus amori (Bucólicas, 10, 69: Todo lo vence el amor, sometámonos a él). Eros es un dios que domina y lleva a una 'locura divina', un éxtasis que en el ámbito religioso se reflejaba en ritos de fertilidad y en fenómenos como la prostitución sagrada, que se realizaba en templos (por ejemplo en Corinto): si el eros es una experiencia de acercamiento a lo divino, tiene sentido la práctica de la prostitución en templos.
Este fenómeno de la prostitución sagrada, en el que se usaba a mujeres como objetos en esa supuesta búsqueda de una 'experiencia divina' demuestra para el Papa que el eros se había desviado de lo que debería ser, por lo que es necesaria una ascesis ('ejercitación') del eros, para no traicinar su verdadero sentido.
En el eros hay una verdad: la búsqueda de la divinidad, esa promesa de eternidad, pero como el hombre es alma y cuerpo, la unidad de la persona está implicada; tanto en el espiritualismo como en la exaltación única del cuerpo se busca el eros de modo desordenado.
Actualmente domina la exaltación del cuerpo; a propósito de ello, una de las frases redondas de la encíclica: "La aparente exaltación del cuerpo puede convertirse muy pronto en odio a la corporeidad".
Resumen de estos puntos 2-5 (el Papa es muy didáctico, y se ve que fue profesor):
Ciertamente, el eros quiere remontarnos «en éxtasis» hacia lo divino, llevarnos más allá de nosotros mismos, pero precisamente por eso necesita seguir un camino de ascesis, renuncia, purificación y recuperación (n. 5 in fine).
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