A cuenta del disco de Rosalía y la película de Los domingos llevamos unas cuantas semanas dándole que te pego a una posible vuelta del cristianismo, saludada con alborozo por unos y mirada con sospecha por los boomers, la generación que más ha hecho por alejar a Dios del centro de la vida.
Yo no me considero boomer: soy de la generación que los sucedió. Tampoco hemos hecho un papel muy lucido. De nosotros hace un retrato Armando Pego en su crítica de Los domingos, que supongo ajustada, porque yo no he visto la película, que él caracteriza como post-cristiana. También en esa onda está Enrique García-Máiquez, que la valora, pero no cree que se pueda definir como católica, porque es otra cosa, positiva, pero otra cosa.
Qué nos queda pues: una película postcristiana y una cantante que se viste en un disco de monja y tiene letras sobre su búsqueda de Dios (o lo divino). Yo no sabía qué aportar a todo esto, así que me callé, pero me ha interesado mucho el podcast del Club Dalroy sobre, justamente, el despertar religioso de la cultura, donde se toca el tema de la estética como vía de la verdad (que les da para una discusión intensa, que permite afinar la cuestión). También descartan la vía del mero razonar y el puro acercamiento neutralista a verdades generalizables, que no parece llevar a nada. Al final, me quedó un muy buen sabor de boca: Dios se abre camino en los corazones como Él sabe, por caminos que parecen poco lucidos, pero esos son: en el cielo veremos la película completa y nos pasmaremos.
A mí me parece que la causa es sencilla: hace unas décadas habría más sensación de que uno podía confiar en la sociedad de su tiempo. Ahora la podredumbre ha salido a la superficie, tanto materialmente como en el "esplendor" del aparato que la rodea. Como decía Máiquez en el congreso sobre Tolkien de hace un año, los tiranos de nuestro mundo son tiranos ya vencidos, meras caricaturas. Una de las mayores certezas que tenía antes de ser católico era que "there's something rotten in the state of Denmark", que la cosmovisión de la gente de hoy es estéril, que hay que buscar una alternativa. Supongo que es una certeza parecida a la que llevó a los romanos de época imperial a frecuentar los cultos mistéricos, por ejemplo. Por otro lado: sé que hay muchos jóvenes (ejemplares en muchas cosas) que no lo ven y siguen confiando en las mentiras heredadas de los boomers.
ResponderEliminar