Acabada Mi lucha, miré por si había algo más, como si buscara metadona, y estaba el Cuarteto de las estaciones, cuatro libros posteriores de Karl Ove Knausgård escritos para su cuarta hija, que estaba a punto de nacer. Me he leído, demasiado rápido otra vez, los cuatro. Ha sido como tomarse unas tapas, volúmenes que pasan poco de las doscientas páginas.
Es como un menú degustación, porque se centra en lo puntual, en objetos descritos de cerca, realidades en que se fija, sobre todo en los dos primeros volúmenes, en capítulos breves, de dos o tres páginas, con ilustraciones en medio. El tercer volumen, En primavera, es un diario propiamente dicho, que era lo que yo estaba deseando leer, la continuación de sus otros diarios. El último volumen, En verano, tiene partes de pequeñas descripciones muy logradas, donde también se mete la faceta personal y diarística, y secciones de diarios en las que se entremete la ficción: quizá son demasiado meticulosos, pero fue interesante leerlos también.
Me han gustado mucho, ya se ve que tengo debilidad por Knausgård. Yo si pudiera, le diría que publicase diarios cada tres meses. Me impresiona la capacidad que tiene para mirar, para describir con sencillez lo complejo, para hablar de la realidad del mundo y de la vida humana desde su punto de vista. Teniendo muchas cosas que veo de modo diferente, me gusta mucho cómo escribe y su manera de mirar las cosas y el mundo en general.
Y como no me gusta la portada en español del primer volumen, En otoño, mejor en la lengua original:
Y luego otra portada de la edición española, con ilustraciones de obras de Anselm Kiefer:
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