Hablába alguna vez de los Centros/Museos de Arte Contemporáneo como los nuevos templos (idea de Trapiello), pero habría que precisar que sólo para los intelectuales o intelectualoides.
Sobre los Centros Comerciales como los nuevos templos, una parodia muy divertida de La Biblioteca de Babel de Borges: la escribe Enrique Gallud en Los almacenes de Babel (llegué a su blog a través de Sergio B. Landrove: gracias).
El texto de Borges aquí. Un pasaje:
Yo afirmo que la Biblioteca es interminable. Los idealistas arguyen que las salas hexagonales son una forma necesaria del espacio absoluto o, por lo menos, de nuestra intuición del espacio. Razonan que es inconcebible una sala triangular o pentagonal. (Los místicos pretenden que el éxtasis les revela una cámara circular con un gran libro circular de lomo continuo, que da toda la vuelta de las paredes; pero su testimonio es sospechoso; sus palabras, oscuras. Ese libro cíclico es Dios.) Básteme, por ahora, repetir el dictamen clásico: La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible.
Aquí la parodia:
Lo mejor de esta parodia es que toda la pedantería de Borges aflora. ¿Y cómo pude admirar los cuentos de Borges? Pedante que era.Yo afirmo que Carrefour es interminable. Los idealistas arguyen que los pasillos rectangulares son una forma necesaria del espacio absoluto o, por lo menos, de nuestra intuición del espacio. (Los místicos pretenden que el éxtasis les revela una estantería única, donde se encuentran juntos todos los productos y que evita el tener que patearse el recinto incesantemente; pero su testimonio es sospechoso; sus palabras, oscuras. Esa estantería única es Dios.)
Gracias por la referencia. A mí -que soy tremendamente pedante- aún me sigue gustando Borges y, especialmente ese cuento. La parodia de Gallud Jardiel quizá lo supere -además de pedante soy gran admirador de ese humor tan años treinta-, es cierto... ¿con qué quedarse? Lo bueno es que no hay que elegir. Cuando supere la pedantería de Borges le aviso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un abrazo
A mi juicio, Borges era la antítesis de la pedantería. Combinaba una vanidad desmedida con una ironía inigualable, y era víctima de la más argentina de las pasiones: el esnobismo. El paradigma de la pedantería es Carlos Argentino Daneri (el Aleph), que quintaesenciaba al argentino-tipo, del que Borges se reía con humor inglés. Pruebas de su no pedantería son su poesía, su devoción por Chersterton, Conrad et al.
ResponderEliminary las dos reverenciales entrevistas que le hizo Joaquín Soler Serrano en "A Fondo" (8.9.76 y 23.4.80), cuando todavía se podía ver la televisión (por cierto, recientemente reeditadas en DVD). Borges es un clásico como Quevedo, y siempre acabamos volviendo a él.
Por cierto, estupendo blog. Felicidades.
¿Pero acaso hay algún narrador que no sea insuflado? Prefiero sin embargo al Borges poeta, brillante y sin fisuras.
ResponderEliminarUn gusto recorrer tus espléndidos espacios.
Saludos...