Domingo por la mañana (y III)

Es difícil criticar una exposición de arte contemporáneo. Decir que una muestra sobre retratos del Museo del Prado es buena es como no decir nada. Después de salir de exposición y mientras disfrutaba de la música del Jazzman, me acordé de que Periféricos me había dicho que una exposición en la Casa da Parra (¡no tienen página web!) estaba bien. Allí que me fui.

Esta es la presentación:

A mostra Fisuras no cotián: 9 narradoras no relato da violencia preséntase como resultado, modo e inicio [estructura trimembre: retórica] dun proxecto artellado [si dices 'artellado' hablas un gallego moderno, no 'de aldea'] por diversas profesionais [cuidadín, que no son 'amateurs'] galegas do mundo da creación que proxectan a mirada na máis inmediata realidade social, achéganse a unha problemática real citada e denunciada reiteradamente [estructura trimembre] nos últimos anos e desde diferentes esferas [estructura bimembre]. A exposición como feito cultural [¿qué iba a ser, si no?] nace, en primeiro lugar, como resposta [el arte como respuesta; me gusta esa ingenuidad] a esta tensión social existente na actualidade no referente ás agresións, de drama e tensión [estructura trimembre] exercidas en distintos ámbitos da relación persoal, sobre os que se intentará reflexionar centrándose e definindo [estructura bimembre] o capítulo da violencia no íntimo, no medio familiar, no contorno inmediato, social [estructura trimembre]. A casa, o fogar ou o espazo próximo [estructura trimembre] convértense en escenarios privados para retratar o que denominamos fisuras no cotián, fracturas que se intentan evidenciar a través da ollada creativa e mediante un proceso narrativo baseado [si dices 'baseado' hablas un gallego moderno, no 'de aldea'; estructura bimembre] no diálogo e na multiplicidade de propostas [estructura bimembre].

Por suerte, yo entré en la exposición directamente, sin leer este texto, y no estaba mal. Me gustó la instalación de Neves Aldara Seara, los collages de Ana Pillado, las fotos de Maribel Castro, una instalación de Antía Moure (objetos que caen en una habitación vacía). También había una foto suya parecida a ésta:

Lo que no me gustó: el texto que aparece por todas partes, que convierte a las instalaciones en ilustraciones; es especialmente así con la instalación de Neves Aldara: entras y lees un texto que no tiene nada que ver con la instalación en sí, hasta que descubres más tarde que de hecho no tenía nada que ver. Ese texto, una serie de relatos muy tremendos, sobre violencia contra la mujer, está editado en un folleto y no está mal escrito. Aparece por todas partes, supongo que porque se supone que en él está toda la carga ideológica, que serían incapaces de transmitir las demás propuestas, demasiado artísticas. Lo dicho, arte como ilustración del mensaje, que se privilegia en el texto.