nn. 26-29
Sobre la caridad, palabra profundamente desgastada y caricaturizada desde el XIX, sobre todo por el marxismo, que afirmaba que pretendiendo solucionar pequeños problemas contribuía a perpetuar la injusticia en la sociedad.
Relación justicia-caridad:
Le corresponde al Estado buscar los medios para que se realice la justicia.
Cita una frase muy buena de san Agustín: Remota itaque iustitia quid sunt regna nisi magna latrocinia? (Si eliminas la justicia, ¿qué son los reinos sino grandes bandas de ladrones?).
La Iglesia tiene independencia y el estado debe respetarla. También tiene el deber moral de recordar las obligaciones de la justicia, pero no por medio de partidos políticos o inmiscuyéndose en la lucha partidaria.
Progresivo desarrollo de un cuerpo de doctrina social de la Iglesia que "quiere servir a la formación de las conciencias en la política y contribuir a que crezca la percepción de las verdaderas exigencias de la justicia y, al mismo tiempo, la disponibilidad para actuar conforme a ella".
Recomendación: el recién publicado Compendio de doctrina social de la Iglesia.
Dicho lo cual, hay que recordar que el amor -caritas- siempre será necesario, incluso en una sociedad que haya resuelto todo los problemas de injusticia social (algo que está por ver). Siempre habrá soledad y desamparo.
El Estado no puede llegar a todo: necesidad del principio de subsidiariedad: "las iniciativas que surgen de las diversas fuerzas sociales y que unen la espontaneidad con la cercanía a los hombres necesitados de auxilio". Ahí se incluyen -entre otras- las iniciativas de caridad de la Iglesia.
Directamente son sólo los laicos cristianos quienes deben buscar la justicia, junto a los demás ciudadanos, por medio de su actuación en la vida pública. [coletilla mía: los religiosos están de más cuando se meten en política y hay múltiples y lamentables ejemplos de problemas por no haber entendido lo que explica aquí el Papa].
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