Me gustó mucho esa película italiana sobre el secuestro de Aldo Moro. Aquí podéis leer una crítica de un buen amigo.
En conjunto, la película me parece muy recomendable. Unas escenas: los ancianos que cantan Bandiera rossa, la canción roja por excelencia en Italia, entre la melancolía del recuerdo de los ideales revolucionarios pasados y la esperanza débil de que todavía se cumplirán; es una escena emotiva y a la vez llena de ambigüedad: su ideal revolucionario lo cumplen los terroristas con una gran ironía trágica y ridícula a la vez. Otra escena: la carta de Aldo Moro a su mujer. Otras: los cortes insertados de documentales soviéticos. Sólo queda ridícula una escena del papa tirando papeles al suelo con una especie de monjas muy extrañas recogiéndolos.
Es como un resumen de la historia de Italia (y de Europa) en el siglo XX y a la vez un retrato de unos terroristas y de su víctima. Tremenda historia de redentores por la tremenda, que hemos sufrido y seguimos sufriendo.
Cuando dices "redentores a la tremenda" me has hecho acordar a una carta que leí, de Leonardo Castellani a Leonidas Barletta...
ResponderEliminarHe aquí que he llegado yo, con Ud. o sin Ud., al plano religioso desde el plano ético —y el pasadizo es el "humor", dice Kirkegord— y por cierto, a lo más crudo y duro de todo el plano religioso, a la clave, al Misterio de los Misterios: a la resurrección. Los comunistas quieren nada menos que la resurrección del mundo; yo también; y lo que es más, la espero. Pero nos diferenciamos en que ellos quieren la Resurrección sin muerte; y yo me he resignado a la muerte. Hace mucho tiempo, creo que cuando muy chico, la muerte se ha aposentado en mí. No sé, cuándo.
La muerte: la fe.
Tomada de lo de Hernán