martes, 10 de noviembre de 2009

Leer despacio

Esto me hubiera gustado contárselo a mis alumnos, por ejemplo a los que ahora están en 5º, esta teoría mía que he ido cocinando y que cuajó al leer un texto de Pascal que puso Enrique el otro día:
Cuando se lee demasiado deprisa o demasiado despacio, no se entiende nada*.
Yo le dije que totalmente de acuerdo en lo de 'demasiado deprisa', pero que 'demasiado despacio' no lo veía, que parecía el típico caso de frase redondeada con esa coletilla para equilibrar por el otro lado. Y fue Enrique y me mandó dos autoridades que no se las salta un gitano:
Si se lee (se corrije) muy despacio, el lenguaje se desarticula y acaba por no decir**.
El mundo es un libro que no revela su sentido a quien lo lee demasiado despacio o demasiado ligero***.
Pero luego me acordé de aquel poema de Milosz en el que explicaba las ventajas de leer en griego antiguo, aunque haya que ir a poquitos, de lo difícil que es:
(...) es bueno que recorramos con el dedo
letras más duraderas que las talladas en piedra,
y que, al pronunciar despacio cada sílaba
descubramos la auténtica dignidad del lenguaje. (...)
Y así en cada página un lector perseverante
ve veinte siglos como veinte días
en un mundo que un día llegará a su fin.
A mis alumnos de Clásicas les diría que nosotros sí que leemos despacio: que tardamos un mes en leer un discurso de Lisias, que de Heródoto un episodio nos da para semanas de clases, que leemos a Homero pero pocos versos por día.
Se lo diría porque mis alumnos tienen que ver que a todo el mundo le cunde más lo suyo; hasta en las carreras de Humanidades los de lenguas modernas viajan al extranjero y hablan con desparpajo con forasteros, los de español leen novelas vanguardistas una detrás de otra, los de gallego son de los pocos que saben escribirlo bien en Galicia, los de Historia ganan al Trivial -¡y saben más de costumbres de los griegos!-, los de filosofía conocen arcanos y lanzan con desparpajo teorías, los de Arte hacen de guías turísticos.
¿Y los pobrecitos de Clásicas? En 5º y con conciencia de no tener ni idea, de estar peleándose con dos lenguas -latín y griego- que cada vez se hacen más difíciles: cuando parece que ya empiezas a entender  a Heródoto te pasan a Tucídides; cuando has entendido un poema de Safo -a pesar de la dificultad del dialecto- te meten con Píndaro, que no hay quien lo entienda.
Y además tienes que soportar que la gente te pregunte: ¿Y tú, lees griego? Y balbuceas que poco, que lo que aprendes en realidad no es la lengua que hablaba la gente hace dos mil años, sino una lengua literaria (y siempre con un diccionario a un lado). Que no, que no sabes cómo se dice Buenos días o ¿Qué tal está usted?
Pero al final -les diría a mis alumnos de 5º, que son todos bien majos- aunque penséis que sabéis muy poco, incluso aunque os digan que no tenéis ni idea, vosotros sois los únicos del mundo contemporáneo occidental que podéis daros el lujo de leer despacio. Sois los únicos que tocáis las palabras despacio, las pesáis, las sopesáis, las juntáis -aparte de los poetas. Los únicos que habéis leído un discurso y habéis descubierto sus feas costuras retóricas, los únicos que en Heródoto notasteis de verdad lo borrosa que es la línea entre la historia y otros géneros, los únicos que comprendéis al final por qué atrapa Platón a todos con su don para la escritura.
Algo así les diría, no argumentos pasteleros de esos de que aprendemos vocabulario médico o zoológico, o que traducir es un ejercicio como hacer sudokus, interesante para ejercitar el cerebro.
¡Y la alegría de saber lo poco que uno sabe, en este mundo en el que todo el mundo sabe de todo!

*Blaise Pascal, Pensamientos, Almuzara, 2008, p. 265. **JRJ, Ideología, p. 424, nº 2584. ***Nicolás Gómez Dávila, Escolios a un texto implícito, p. 268

12 comentarios:

  1. No tiene nada que ver, claro; pero justo hoy, con el laboratorio atravesado como una espina, estuve dándole vueltas y revueltas al "para qué sirve lo que hago..." Que sí que lo sé, claro (creo), pero me gustaría saber contarlo en una entrada tan bonita como ésta :-)

    PD. Espero que no te sientas ofendido si acaso descubro una especie nueva y te pido consejo linguístico sobre cómo llamarla...

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  2. Con permiso, aunque uno es de Hispánicas (y, por tanto algo frívolo y lo digo sin ironía), recuerdo todavía las clases que me dio Fernando González Ollé durante la carrera. En cuatro meses leímos dos páginas y media del Cid... Era Lingüística Histórica, claro. O sea, Filología pura y dura, como la que enseñas y evocas de una forma tan hermosa.

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  3. Post antológico, Ángel. Párrafo sublime ese en el que (nos) comparas a los pobretillos de Clásicas con los que practican las Humanidades "agradecidas" (Chema)

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  4. Jo, qué buena entrada. Me he quedado, literalmente, sin palabras. Supongo que esa humildad tiene que ver con la verdadera sabiduría. ¡Menuda lección! Muchas gracias.

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  5. Antón, pronto hablaré de los nombres científicos de origen griego.
    Y Javier, he cargado las tintas un poco con las demás carreras de Humanidades y las mejores tienen esa misma preocupación por los detalles que debería estar presente en todas.
    Y gracias por los elogios.

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  6. ¿Les dirías? Díselo corriendo, que no lo olvidarán nunca. Yo ahora mismo se lo imprimo a una doctoranda que se va a sentir muy reconfortada.

    Qué gran entrada y qué gran profesor. Es el alegato más inspirado y más poético a favor del estudio de las lenguas muertas (y de todo lo que no cunde) que me he encontrado nunca.

    Precioso, muchas gracias.

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  7. Gracias otra vez: qué bien lo dices todo. Y, para los que no leemos ni muchísimo ni muy rápido, muchas gracias. Me gustó lo poquito que leí de "Poesía Española" de Dámaso Alonso: "infame tUrba de noctUrnas aves". Un abrazo

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  8. dices que nos lo dirías... pero entonces ya lo has dicho!

    Y es que no hay quien entienda a Píndaro.

    Un abrazo

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  9. cuando Hans-Georg Gadamer cumplió 100 años, le hicieron una entrevista, y le preguntaron por la muerte, claro. Le preguntaron que si leía, y dijo: yo para el tiempo que me queda, sólo leo cosas que valgan la pena. No leo ningún libro que tenga menos de 2000 años.

    Creo que esta anécdota completa tu post, no ?

    un abrazo. Me ha encantado. Envidia me dáis.

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  10. Bueno, Claudio, como boutade vale, pero libros que merecen la pena hay muchos que tienen menos de 2000 años, por ejemplo el Nuevo Testamento (que está escrito en griego) o El Quijote (que no) o algunos poemas actuales.
    Gadamer era grande leyendo a los presocráticos, pero todo el mundo puede acabar diciendo tonterías

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  11. Desde la lejana Thessaloniki, en el sexto año de leer despacito, entre el griego que camina y el de Pindaro que con tanta vida duerme... gracias.

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  12. Excelente entrada. Me ha gustado mucho y me ha retado, porque soy de los que creen en el equilibrio de no leer demasiado de prisa, pero tampoco demasiado despacio. Me has dado algo más en qué pensar. Y me has aliviado, porque, en realidad, yo soy un lector lento.

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