lunes, 25 de agosto de 2008

Rito grecocatólico (o bizantinocatólico)

El conocido que tenía aquí es de rito grecocatólico y además cantor principal en la iglesia sede de la eparquía de Bratislava.
A mí me hacía mucha ilusión participar en la liturgia (y más después de leer esto) y llegué antes porque tenían la liturgia de las horas (que duraba en concreto una hora) y la misa, que duró una hora y cuarto, así que estuve dos horas en la iglesia sin entender nada salvo amen, panje -creo que señor-, y curiosamente el nombre de Josef Pieper, que mencionó el cura en la homilía. Pero me parecía que estaba muy cerca del cielo, que eso es la liturgia, pero más en una mañana de sol que cruzaba las vidrieras, con unos ritos muy cuidados y un canto maravilloso, como no lo voy a volver a poder escuchar en mucho tiempo.

Casi todo era cantado, por el cura, el coro, el pueblo. Se santiguaron un montón de veces (yo la mitad sí y la otra mitad me pilló fuera de juego), el cura incensó varias veces los iconos, el altar y al pueblo, que se levantaba cada vez que lo incensaban con aquel incensario pequeño, que movía con una mano, como a latigazos, y que tenía campanillas.
Los niños muy pequeños correteaban por la iglesia, sorteando una especie de ambones con iconos que la gente besaba al llegar.
Dentro del presbiterio, separados por el iconostasio, estaban los sacerdotes, unos ayudantes y también niños muy pequeños vestidos con un alba, a los que les dieron también de comulgar: me refiero a niños de 3 años.

Por la puerta central, abierta, se veía al cura, que versus ad Orientem (y nunca vi más claro el sentido de esa orientación) se dirigía a Dios levantando mucho los brazos.
De la 'plegaria eucarística' (o como se quiera decir), dos detalles: los besos que daba el sacerdote a los vasos litúrgicos cubiertos por un paño (un hermoso gesto me pareció, maravilloso, aunque a los liturgistas talibanes romanos quizá les parezca poco fundamentado) y un rito en el que velaban las formas eucarísticas, que yo asocié -vete a saber- con la idea de Dios en la tienda de campaña en el desierto, con el habitó entre nosotros (literalmente: puso su tienda de campaña, eskénosen).

En la comunión el sacerdote daba con una cucharita el cuerpo de Cristo en forma de trozo de pan que flotaba en el vino: a mí me emocionó recibir la comunión así.

Y qué hermosos los iconos, con el dorado que brillaba.

Me parecía tocar otra época, en una iglesia que también tuvo que sufrir lo suyo durante el comunismo.

4 comentarios:

  1. Crónica inestimable. Yo ya conocía este rito porque en Sevilla hay una parroquia donde se celebra, por y para una comunidad de rusos (creo). Pero claro, no es lo mismo: me refiero al marco.

    ResponderEliminar
  2. Non coñecía o seu blog, Señor ou Señora Compostela, chego a el por casualidade, e permítame que lle faga chegar as miñas felicitacións máis entusiastas.

    A súa crónica da celebración do rito oriental resultoume deliciosa.

    Noraboa

    Almiral Mouchez

    ResponderEliminar
  3. Qué interesante lo que cuentas y sugieres sobre lo de velar las formas; desde hace tiempo tengo cierta curiosidad por el uso de los palios, y esto parece tener relación. Buen regreso.

    ResponderEliminar