Me dijeron que estaba muy bien Cuando el amor construye la familia, de María Isabel Alvira, un libro que una hija ha escrito sobre sus padres, pero qué padres: en proceso ambos de beatificación. Me ha gustado: el tono es sencillo, pero bien armado de fondo. Transmite muy bien la santidad en lo cotidiano de ambos, en su vida matrimonial y familiar. Eran del Opus Dei. Tomás, el marido, conoció en plena guerra civil a san Josemaría. Fueron de los primeros supernumerarios del mundo.
Me ha llamado la atención una cita que pone la autora de san John Henry Newman, que trae a propósito del ejemplo de alegría que daba Paquita, su madre:
Dios nos ha prometido que su regla, la que se cumplirá a través de su Providencia ordinaria, va a ser esta: que la vida no será una carga sino una bendición, y que hallaremos en ella más alegría que dolor (Sermones Parroquiales 5.262).También recoge otra de él, de unas páginas después:
"en general, la vida es felicidad (...). La alegría es la misma condición de nuestro ser, y todo dolor es poco más que externo, incapaz de alcanzar lo más intimo del corazón (266).
La cosa es que me ha alegrado leer la frase: parece como que dice algo sencillo, pero el hecho es que no solemos oír cosas como estas. Hasta podría parecer como que la tristeza o un estado neutro fuese lo normal, cuando no es así.
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