En el viaje a la cascada de Stuibenfall pasamos por la iglesia de Umhausen.
En el cementerio pude darle vueltas al dilema con el que se enfrentó el ahora beato Franz Jägerstätter, de lo que habla la grandiosa película Vida oculta, de Malick. Todos los que acabaron en el ejército nazi cargan con una culpa que no es necesariamente personal, pero que ahí está. Por ejemplo, me impresionó un recordatorio a un muerto en Rusia. Dice "en silencioso recuerdo a mi padrino y tío Christian Schmid, que murió con 34 años en Rusia y allí está enterrado, en el cementerio de héroes de Jodlova".
En la iglesia estaba una vidriera que recogía el tema de la ayuda a los heridos de la guerra. No sé quién será el que está representado como san Jorge arriba:
Luego subimos a Kühtai, una estación de esquí, con vacas y caballos por la carretera y de allí a Gries im Sellrain, donde visitamos la iglesia. La rodeaba el cementerio y había lápidas a los muertos en la primera y en la segunda guerras mundiales, muchos muertos, mucha pena, además de estar en el ejército equivocado, para mayor amargura. En esta lápida están solamente los de la Primera Guerra Mundial, que no es tan mal vista, incluso para ese bando perdedor. Ponen dónde murió cada uno:
"No sé quién será el que está representado como san Jorge arriba".
ResponderEliminarSi no veo mal se trata del beato Carlos de Habsburgo, el último emperador austrahúngaro (¡el último emperador católico!):
http://es.catholic.net/op/articulos/36486/carlos-i-de-habsburgo-beato.html
M. D. Q.
Anda, claro. Muchas gracias
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