lunes, 19 de octubre de 2020

La epifanía de Pan

Entre leer todo Homero en traducción en mes y medio con los de primero, traducir la peste con los de tercero y releer la batalla de Maratón con los de segundo, estoy bastante servido. Homero lo es todo en Grecia, Tucídides es una mente analítica superior, Heródoto es el gran narrador.

Esta lectura, que es relectura de Heródoto, porque ya lo traduje en clase el año pasado, está siendo muy interesante también. Aquí me voy a parar en el viaje del correo Filípides (en un manuscrito florentino pone Fidípides, que podría ser hasta una coñita, porque significa "el que ahorra en caballos" y él iba a pie, corriendo), que se hizo doscientos kilómetros en dos días para transmitir a los espartanos la petición de que ayudaran a los atenienses contra los persas (los espartanos no fueron porque tenían que esperar a que fuera luna llena, porque estaban en medio de las fiestas de Apolo Carneo, parece: estos sí que son ultracatólicos, no yo). 

En lo que me quiero fijar es que cuando pasaba Filípides por Arcadia se le «apareció» por el monte Partenio el dios Pan, que se le quejó de que los atenienses, con todo lo que él había hecho por ellos, no le daban culto. Es una epifanía, una "aparición-sobre-un-lugar". En esta segunda lectura me he estado fijando más en cómo es exactamente esa "presentación", porque casi parece que lo que percibe Filípides es solamente la voz del dios, que le grita (βώσαντα) su mensaje. Es como un relato sobre «alrededores», donde un dios como que se presenta en un ámbito amplio, entre ecos y voces. 

En el texto, Heródoto se harta de poner la preposición peri-, empezando con la primera frase: A Filípides por (περὶ peri) el monte Partenio, Pan se le cae por ahí (περιπίπτει peripíptei): lo que solemos entender es que Pan se le "aparece", pero literalmente es que "cae por allí". Eso se replica en el discurso de Filípides a los espartanos, diciéndoles que no mirasen a los lados (περιιδεῖν periideîn) en la cuestión de que Atenas iba a caer (περιπεσοῦσαν peripesoûsan) en manos de los persas. Esto de repetir una palabra talismán estoy viendo cada vez más que es muy típico de Heródoto, estirando el chicle hasta extremos curiosos, porque el último caso, el de "caer en manos" como que está cogido con pinzas, aunque tiene paralelos en otros pasajes, donde significa "caer en desgracias".

Os pongo aquí la traducción de Bartolomé Pou, del siglo XVIII: 

... por heraldo a Fidípides, natural de Atenas, hemerodromo (o correo de profesión). Hallándose este, según él mismo decía y lo refirió a los atenienses cerca del monte Partenio, que cae cerca de Tegea, apareciósele el dios Pan, el cual habiéndole llamado con su propio nombre de Fidípides, le mandó dar quejas a los atenienses, pues en nada contaban con él, siéndoles al presente propicio, habiéndoles sido antes muchas veces favorable y estando en ánimo de serles amigo en el porvenir. Tuvieron los de Atenas por tan verdadero este aviso, que estando ya sus cosas en buen estado, levantaron en honor de Pan un templo debajo de la fortaleza, y continuaron todos los años en hacerle sacrificios desde que les envió aquella embajada, honrándole con lámparas y luminarias.
Despachado, pues, Fidípides por los generales, y haciendo el viaje en que dijo habérsele aparecido el dios Pan, llegó a Esparta el segundo día de su partida, y presentándose luego a los magistrados, hablóles de esta suerte: —«Sabed, lacedemonios, que los atenienses os piden que los socorráis, no permitiendo que su ciudad, la más antigua entre las griegas, sea por unos hombres bárbaros reducida a la esclavitud; tanto más, cuando Eretria ha sido tomada al presente y la Grecia cuenta ya de menos una de sus primeras ciudades.» Así dio Fidípides el recado que traía: los lacedemonios querían de veras enviar socorro a los de Atenas, pero les era por de pronto imposible si querían faltar a sus leyes; pues siendo aquel el día nono del mes, dijeron no poder salir de la empresa, por no estar todavía en el plenilunio, y con esto dilataron hasta él la salida (6.105-106).

Lo que quiero decir es que Pan "se aparece por ahí": no es que lo vea Filípides frente a él, con las patas de cabra y todo. Por otro lado es fascinante el tono quejoso de Pan, que no castiga como otros dioses, sino que se queja de no ser reconocido, él que es un dios terrorífico, que da un miedo especial, un miedo pánico

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