jueves, 20 de junio de 2019

Una plegaria de la buena muerte postmoderna

Tenía esto copiado de una de las antologías que salieron, en concreto La luz se hizo palabra. Antología de Poesía Contemporánea Judeocristiana en España, de una «Plegaria de la buena muerte» de Luis Alberto de Cuenca (es del libro Cuaderno de vacaciones). No creo que sea poesía ni cristiana ni judeocristiana, es postcristiana, muy postmoderna y muy escasita en eso de centrarlo todo en el momento de morir, pero empatizo con eso que dice de sus «problemas de empatía / con los desheredados de este mundo»:

Ahora que la muerte no está lejos
(la verdad es que siempre estuvo cerca),
(...)
Señor de mi niñez, (...)
(...) quiero pedirte
por escrito, con pólizas y sellos,
que el terrible momento de mi tránsito
a las estrellas (o al ardiente Tártaro)
sea apacible y suave, sin dolores;
que me vaya a la luz (o a la tiniebla)
sin estridencias y sin dar la lata,
después de haberme puesto a bien contigo
y con toda mi gente. Sé que hay muchas
variables que pueden influir
en el momento de morirse uno,
casi siempre molestas y angustiosas,
y que no puedes darle a todo quisque
una muerte benéfica y serena.
Sé, además, que no soy un buen cristiano
y que tengo problemas de empatía
con los desheredados de este mundo.
Pero, a pesar de todo, te lo pido,
amparado en la fe de mis mayores,
en mi proverbial jeta y en la hondura
infinita de tu misericordia:
dame una buena muerte, sé benigno
conmigo en ese trance, te lo ruego.

Por lo demás, retrata a nuestro mundo, que todo lo niega más allá de la muerte y que sólo se preocupa del más acá. Qué tramposo eso de hablar de la «muerte benéfica y serena», donde lo único importante es el «serena» y que retorcido eso de llamarla «buena muerte».

5 comentarios:

  1. Yo no le veo la poesía a este texto por ninguna parte:

    "Ahora que la muerte no está lejos (la verdad es que siempre estuvo cerca), (...) Señor de mi niñez, (...) quiero pedirte por escrito, con pólizas y sellos, que el terrible momento de mi tránsito a las estrellas (o al ardiente Tártaro) sea apacible y suave, sin dolores; que me vaya a la luz (o a la tiniebla) sin estridencias y sin dar la lata, después de haberme puesto a bien contigo y con toda mi gente. Sé que hay muchas variables que pueden influir en el momento de morirse uno, casi siempre molestas y angustiosas, y que no puedes darle a todo quisque una muerte benéfica y serena. Sé, además, que no soy un buen cristiano y que tengo problemas de empatía con los desheredados de este mundo. Pero, a pesar de todo, te lo pido, amparado en la fe de mis mayores, en mi proverbial jeta y en la hondura infinita de tu misericordia: dame una buena muerte, sé benigno conmigo en ese trance, te lo ruego."

    Y en cuanto al "fondo", lo encuentro, más que postmoderno, insulso, por no decir totalmente ininteresante. Su frívolo autor parece creer que Dios es un político de provincias al que se le puede solicitar el favor de preservar hasta el fin su confort de privilegiado.

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  2. De poético tiene el diálogo con la tradición poética previa, el uso de una forma paródica, las recurrencias de temas, los endecasílabos. Otra cosa es que guste o no.
    Y es un autorretrato, sí.

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  3. Al contrario que al primer comentarista, le veo un fondo muy agustiniano (según explicaste alguna vez aquí), de "más que justicia, misericordia, porque si no no se salva ni el tato". Y también me ha recordado mucho al "Nunca podría ser una santa, pero pensaba que podía ser mártir si la mataban deprisa"...

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  4. En efecto, es una plegaria/poesía posmoderna. Tiene (muy bien logrado) el tono de modestia y humildad, pero ha perdido la sustancia. Ya ni siquiera sabe lo que significa una buena muerte como la de Cristo, que es lo más opuesto a lo que entiende el poeta.
    Y el tono solo, la verdad, se queda muy corto y muy vacío. El poema es, en ese sentido, un fiel reflejo de la tragedia de la posmodernidad: la modernidad pretendió librarse del cristianismo para recuperar la razón y la ética, y lo que consiguió es que su hija, la posmodernidad, no tenga ni fe, ni razón, ni ética, solo miedo a sufrir y a que la obliguen a levantarse del sofá.

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