viernes, 3 de abril de 2015

En las Carmelitas

No tenía entrada, pero al final me animé a ponerme en la cola de los reservas, porque eran dos cantatas de Bach y era la Real Filharmonía de Galicia, dirigida por Maximino Zumalave.
Pasaron primero los privilegiados con entradas gratuitas recogidas previamente. Nadie me ofreció ninguna: yo conseguí al fin entrar, pero solo había sitio detrás del órgano y los contrabajos.
Llevaba el texto de una de las cantatas, la 170, que madre mía qué luterana es: todo pecado y petición de morirse porque no hay más que pecado por todas partes [actualizo enlace, julio de 2022]:
  Moraleja: no siempre es bueno conocer la letra de algo.

Entre medias tocaron Musica Dolorosa de Pēteris Vasks, un letón, nada menos. Muy atmosférica, muy intensa: y yo viéndolo pegado a los contrabajos.

Y luego oímos la 35, de letra mucho más sobrellevable y muy alegre. Venga, oigámosla entera: tiene una parte instrumental al principio muy chula y casi al final yo descubrí en la música del órgano otra composición de Bach muy famosa reutilizada allí: me llevé un alegrón musicológico (por decirlo así, pero más de haberlo reconocido, que así somos, ay). La chica del órgano era increíble lo bien que tocaba. Una amiga la ayudaba a pasar las hojas, aunque con algún percance: muy entretenido esto de oír la música pegado a los instrumentos. Si fuera millonario montaría conciertos exigiendo ponerme en medio de los músicos: cada día en un sitio e incluso pasando páginas (cuando aprendiese a leer partituras, claro).

1 comentario:

  1. Este domingo necesitaría a alguien que me pasara las páginas, aunque, como conozco el percal, me las paso yo. Humor y música.

    Un abrazo

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