sábado, 16 de febrero de 2008

Sobre Brideshead

Carlos en Canarias y fr. Dwight en Greenesville (Carolina del Sur) tuvieron a la vez la misma idea: ver la serie de televisión de Retorno a Brideshead. Son casualidades, como que yo sea homogenetliaco de Juanjo o que ayer, ejercitando el narcisismo gugueliano, descubriera un blog de un tal Ángel ¡con mis mismos apellidos!.
La cosa es que ambos empezaron a escribir sobre Brideshead y qué nivel, madre mía. No sólo eso, sino que los comentarios están siendo buenísimos, brillantes, de diez.
Entradas de Carlos: esta de la escalera, pero sobre todo esta.
De fr. Dwight: la inicial, esta sobre Sebastian Flyte (=Flight, el que huye), este ataque en toda regla a Bridey (y cómo duele), y este último sobre Cordelia.

4 comentarios:

  1. Arp, lo primero: tú eres nuestro único Arp.

    Gracias por los enlaces a mi cuaderno, aunque (lo digo sin falsa modestia) lo mejor de mis entradas sobre Brideshead está, con diferencia, en los comentarios. Hay algunos que no se me olvidarán nunca.

    Las reflexiones de Fr. Dwight son tan interesantes que me las he leído ¡en inglés! y, con alguna pequeña ayuda, he logrado entenderlas: muy muy recomendables. La radiografía de Bridey es demoledora y muy enjundiosa; ya me caía mal, la verdad. ¡Viva Cordelia!

    Para acabar, frente a la valoración oscura, negativa y triste de la cuaresma [Gallardón dixit], Retorno me parece una maravillosa lectura cuaresmal.

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  2. Vi la serie el septiembre pasado y acabé totalmente epatado. Esto es lo único que se me ocurrió escribir. No me gusta una disección racionalista de los personajes de Retorno, ni de su final. Creo que lo que la novela de Waugh (y del cristianismo) tienen que ofrecer a este mundo moderno es precisamente esa razonable irracionalidad, lo intuitivo del amor. La Razón creadora, y creativa. Y creo que eso es precisamente Cordelia, enorme ella.

    La crítica a Bridey es fácil pero injusta. Ni mucho menos me parece un modelo de religiosidad, pero siento por él compasión y ternura. Y me hace gracia de lo extravagante que es, su quijotismo.

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  3. Está bien que te mires, porque, como sugiere Carlos, cuaresma es el tiempo de la conversión y eso no se termina nunca; pero tú no tienes nada, absolutamente nada que ver con Bridey (A Bridey, por ejemplo, le permitirían la entrada a México,D.F. y a ti no está nada claro).

    Yo también ando intentando descifrar las entradas de Fr.Dwight. Sobre Bridey, entiendo que no es un borracho ni un adúltero y que su pecado es de omisión -eso se entiende fácil-; también que ve un significado alegórico en el coleccionismo de cajas de cerillas. Pero no sé si pasa por alto o no un gesto que demuestra su nobleza, cuando por primera vez se presenta con un sacerdote: él sabe que se expone a ser desheredado y no le importa, prefiere ofrecerle a su padre la oportunidad de recibir los sacramentos. Parece un hombre tímido y desabrido, pero, igual que Agus, tampoco lo veo tan malo. Es su prometida, la que no puede mancharse pisando la casa de Julia -que le abre los brazos y quiere invitarla inmediatamente-, la que es una mema de cuidado. Cuando llegué al pasaje en el que Lord Marchmain dice que no la quiere en esa casa, fue cuando le cogí verdadera simpatía a Waugh.
    Con lo que volvemos al principio y a la necesidad de la cuaresma que tenemos todos.

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  4. En realidad, yo miro a Bridey y a lady Marchmain con mucho más cariño, por eso me resultó interesante y dura a la vez la crítica de fr. Dwight, porque es difícil ponerle peros.
    Sobre México: yo he borrado ya aquellas entradas, aunque siga pensando más o menos lo mismo: por algo se empieza.

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